Los signos de volatilidad de 2016

Tras un 2015 marcado por una serie de máximos históricos seguidos de grandes caídas en las distintas clases de activo, no resulta extraño que los inversores tengan la impresión de que la incertidumbre se ha convertido en la nueva normalidad.

2015 ha sido un año marcado por vaivenes, donde la incertidumbre parecía ser la nueva norma. Los gestores de Mellon Capital analizan cuáles podrían ser las posibles causas de volatilidad en 2016. Para Vassilis Dagioglu, gestor de cartera en Mellon Capital,
hay algunos indicios que pueden hacer pensar que este recién estrenado 2016 va a ser un año movido.

Las políticas monetarias acomodaticias y los niveles de crecimiento moderados reducirán la volatilidad en 2016, "aunque con picos de incertidumbre a lo largo del camino", sostiene Dagioglu. 

En particular, Dagioglu destaca las medidas de los bancos centrales como uno de los factores más significativos para los mercados, y explica que cualquier movimiento pronunciado de los tipos de interés en las grandes economías podría tener repercusiones en los precios de los activos.

"Todo apunta a que la divergencia entre las políticas monetarias provocará la apreciación del dólar y de la libra esterlina frente al euro y el yen, con lo que dará impulso a las acciones de las compañías japonesas y de la eurozona respecto a las estadounidenses", añade. "Por lo que respecta a las materias primas, la fortaleza del billete verde podría animar a los productores a mantener elevadas sus producciones para atender al servicio de su deuda denominada en dólares y sus déficits públicos, elevando la oferta y ejerciendo presión a la baja sobre los precios".

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No obstante, Dagioglu considera que ha habido una "obsesión excesiva" en torno al calendario de medidas de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra. En su opinión, cualquier subida de los tipos de interés estadounidenses o británicos será seguramente pequeña e incremental, y fácilmente absorbida por el mercado. Es más, es probable que tales subidas del precio del dinero sean la excepción en un mundo enfrentado a bajos niveles de crecimiento, a tasas de inflación moderadas y a la resaca de la crisis financiera global. La realidad para 2016, afirma, será seguramente la de un mundo divergente con varios ritmos de crecimiento, y por ende distintas políticas de tipos de interés.

"Creemos que las economías desarrolladas
continuarán creciendo en 2016, aunque
a ritmos divergentes y -de media-
comedidos", comenta el gestor. "Nuestra
expectativa es que el crecimiento
permanecerá en una trayectoria moderada,
lejos de repuntar hasta un punto que
lleve a los principales bancos centrales
a abandonar de repente sus regímenes
acomodaticios". 

Para Dagioglu, este paradigma de estímulo
monetario también es válido para
economías expuestas al abaratamiento
de las materias primas, y en especial del
petróleo. En su opinión, países altamente
dependientes de los recursos seguirán
perdiendo impulso debido al exceso de
oferta y a la baja demanda,
con lo que lejos
de subir tipos, continuarán intentando
reducir sus costes de financiación. 

"Transcurrido ya más de un año desde el
desplome de los precios de las materias
primas,
podemos ver lo rápido que se han
deteriorado las perspectivas de crecimiento
global de los países exportadores de crudo",
explica. "En 2015, las grandes petroleras
recortaron bastante rápido sus proyectos
de exploración y desarrollo, y esto está
afectando en gran medida a los beneficios
de las compañías relacionadas con el sector
de la energía.
No detectamos ninguna
restricción en la oferta de gas y petróleo,
ni un aumento sostenido de la demanda o
de los precios. Y dado que Estados Unidos
se ha convertido en un productor global
fuera de la OPEP, tampoco anticipamos
una actuación concertada para abordar los
niveles crónicos de exceso de suministro." 

Dagioglu añade: "Normalmente, el sector de
las materias primas suele ser escenario de
un considerable exceso de inversión seguido
de fuertes caídas de los precios debido al
exceso de capacidad generado. Este ciclo
puede tardar varios años en desarrollarse,
y ahora nos encontramos en sus fases
iniciales.

La incógnita de China 

China ha sido señalada como otra fuente
potencial de volatilidad en 2016
, a medida
que continúa su transición hacia una
economía orientada al consumo. En
este caso, no obstante, Dagioglu matiza
su opinión destacando los esfuerzos
de las autoridades del gigante asiático
para efectuar una transición gradual,
interviniendo a tal efecto cuando lo han
considerado necesario. Esto significa que
la probabilidad de un aterrizaje forzoso
de la economía china "es actualmente
baja"
, comenta, y que en cualquier
caso, el impacto de una ralentización
de su crecimiento sobre los mercados
desarrollados "se ha exagerado".
"La
exposición del sector corporativo
estadounidense, europeo o japonés a China
es limitada. En general, China representa
menos del 20% de la exportación de las
empresas en estos países", añade. 

Por lo que respecta a los mercados
emergentes, Dagioglu piensa que la
desaceleración del crecimiento podría ser
fuente de incertidumbre en 2016,
pero no de
volatilidad sostenida. Por un lado, los bajos
costes de financiación han elevado el saldo
vivo de deuda emergente denominada en
dólares, lo cual podría dar pie a altibajos en
este mercado. Por otra parte, las reservas
-sobre todo en el caso de los emisores
soberanos- siguen siendo elevadas, y esto
reduce el potencial de incumplimientos. De
igual modo, los tipos de cambio de estos
países ya se han ajustado en gran medida,
y en muchos casos, la perspectiva de
debilidad en los mercados emergentes ya
está descontada. 

Entretanto, aunque China ha comenzado a
repatriar parte de su exposición a la renta fija
vendiendo deuda pública estadounidense,
es poco probable que esto tenga un impacto
generalizado. Dagioglu: "Los grandes
ajustes de reservas tienden a tardar en
implementarse; en nuestra opinión, incluso
si China tratara de reequilibrar su posición
cerrando posiciones en treasuries a un ritmo
superior al actual, la demanda global de
deuda americana se mantendría". 

¿Los vientos del cambio? 

Por lo demás, el gestor identifica al cambio
político como una probable causa de
volatilidad hasta el fin de 2017.
Entre otros,
los votantes estadounidenses y surcoreanos
se dirigirán a las urnas en 2016, pero en
su opinión, los desenlaces electorales
europeos serán clave. En el Reino Unido,
por ejemplo, el referéndum sobre su
permanencia en la Unión Europea podría
marcar un antes y un después, mientras que
los comicios en Irlanda y Austria podrían dar
alas a partidos con agendas antieuropeas.
Grecia también podría ser fuente de
problemas: pese a haber celebrado dos
elecciones y un referéndum en 2015, el país
aún no ha avanzado hacia la resolución
del problema de su endeudamiento a largo
plazo. En opinión de Dagioglu, "todo lo que
se ha hecho es aplazar el riesgo de una
salida de Grecia de la eurozona". 

"Para el resto de Europa, el peligro es que
veamos algo similar: el auge de voces
opuestas al actual statu quo, pero también
la incapacidad de crear mayorías claras con
mandatos a favor o en contra del euro", añade. 

Su conclusión: "En este entorno, creemos
que los inversores deben monitorizar y
gestionar activamente la volatilidad de sus
carteras. De cara al año que viene, nosotros
adoptaremos un enfoque muy selectivo en
términos de exposiciones regionales."

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