Las infames condiciones de la cárcel venezolana donde murieron 66 presos

El pasado miércoles al menos 68 personas (66 reos y dos mujeres) fallecieron durante el incendio provocado por un motín[…]

El pasado miércoles al menos 68 personas (66 reos y dos mujeres) fallecieron durante el incendio provocado por un motín en una comisaría provisional de la ciudad venezolana de Valencia, en el estado de Carabobo.

La tragedia ha desvelado las infames condiciones de vida que deben soportar los reos que son enviados a estos pequeños centros reconvertidos en cárceles improvisadas. Y entre ellas destacan el hacinamiento, la falta de higiene o la escasez de comida.

Según ha desvelado en su página web la cadena «BBC Mundo», la comisaría en la que se sucedió la tragedia contaba con tres calabozos. Uno de ellos, en el que se encerraba a los violadores y a los acusados de delitos con violencia, albergaba a nada menos que 55 personas.

El segundo, en el que se sucedió el motín, tenía forma de L, contaba con un único baño y retenía a entre 170 y 180 presos. «Era un lugar espantoso. Dormían todos apretados», afirma uno de los familiares al diario.

Aunque la vida era diferente atendiendo a la zona de la prisión en la que se residiera, los testigos afirman que la mayoría de los reos tenían que pagar una «cuota» a cambio de comida y agua. Y otro tanto pasaba con la ropa limpia, que solo llegaba hasta los prisioneros de la mano de sus familiares.

Con todo, también había reclusos que disfrutaban de nevera, televisión por cable y cocina.

La mayoría de los prisioneros tampoco podían disfrutar de un derecho tan básico como ser visitados por sus familiares durante una hora. De hecho, un recluso ha admitido que debía pagar nada menos que 10.000 bolívares a los carceleros (unos céntimos de dólares al cambio, pero una gran cantidad en un país donde el dinero líquido escasea) para poder recibir a su madre.

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Con todo, según han desvelado fuentes del Ministerio de Prisiones a la BBC, estos «centros de detenciones son para los reos que no tienen sentencia firme». Es decir, que funcionan como prisiones improvisadas en espera de que los prisioneros sean juzgados.

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