La Francia convaleciente que hereda Macron
Hollande lega a su sucesor un país más endeudado que nunca, sin apenas crecimiento, en estado de emergencia y con la extrema derecha en su apogeo
El centrista Emmanuel Macron asumió ayer la presidencia de una Francia con el motor económico ahogado, más endeuda que nunca, con el paro estancado en el 10%, una situación social explosiva y un déficit comercial inquietante. El país sigue en estado de emergencia tras haber sufrido la ofensiva terrorista más sangrienta de su historia con el Ejército movilizado en sus calles y en guerra abierta contra el autoproclamado Estado Islámico en el frente exterior. La extrema derecha se encuentra en el nivel más elevado desde la Segunda Guerra Mundial, el Partido Socialista agoniza desintegrado tras dilapidar todos los poderes locales, regionales y nacionales que acaparaba en 2012 y los populismos crispan desde los extremos la vida política. Es la herencia que el socialista François Hollande, el presidente más impopular de la Quinta República, lega tras cinco años de gris mandato a un sucesor que, paradójicamente, fue el inspirador y ejecutor transitorio de una política de reformas liberalizadoras que le abocaron a la abdicación. El paciente francés sigue convaleciente.
Francia ya no está en recesión pero su crecimiento económico es débil. El año pasado se situó en el 1,1% del producto interior bruto (PIB) tras no ha haber superado nunca el 1,2% durante todo el quinquenio 'hollandés'. La deuda pública alcanzó el 31 de diciembre de 2016 la cifra astronómica de 2,1 billones de euros (96% del PIB), 300.000 millones más que al comienzo del mandato. Su progresión galopante es la consecuencia de un déficit público que no ha logrado el objetivo europeo de pasar por debajo del 3% en 2013. Hollande lo heredó en el 5,1% y ha conseguido rebajarlo hasta el 3,4% en 2016 tras arrancar dos moratorias a Bruselas. Pero París sigue sometido a un procedimiento de déficit excesivo y expuesto a sanciones financieras.
La reducción del déficit, que el Gobierno socialista esperaba remitirlo al 2,8% este año, se ha hecho a costa de una explosión de los impuestos. Entre 2012 y 2017 el importe neto acumulado de las medidas fiscales se elevó a 32.000 millones de euros, eso sin tener en cuenta la fiscalidad indirecta como la subida del IVA y de la tasa sobre los productos energéticos. El incremento de las retenciones obligatorias, que en el mandato anterior del conservador Nicolas Sarkozy ya había supuesto una purga de 30.000 millones, afectó al 37% de los hogares fiscales, es decir cerca de 6,7 millones de contribuyentes pertenecientes en buena medida a las clases medias.
La tasa de paro, que en el tercer trimestre de 2015 registró un pico del 10,2%, descendió a finales de 2016 al 9,7%, el nivel de 2012. En la actualidad Francia tiene cerca de 600.000 parados más que al comienzo del quinquenio, lo que totaliza 3,72 millones de desempleados sin ninguna actividad si se incluyen los territorios del país fuera del continente europeo.
Para luchar contra el paro endémico, Hollande optó por imprimir un giro social-liberal a principios de 2014 que le costó la rebelión del ala izquierda de su partido y una fuerte contestación sindical. La apuesta por la política de la oferta se materializó en descuentos impositivos del orden de 40.000 millones anuales a las empresas, que han mejorado su competitividad y restaurado los márgenes de beneficios. Pero el déficit de la balanza comercial ha repuntado hasta los 45.300 millones de euros. La aprobación de la reforma laboral, que prioriza los acuerdos de empresa en la duración de la jornada y facilita los despidos económicos, provocó más de cuatro meses de movilizaciones callejeras salpicadas de episodios violentos.
Eutanasia y terrorismo
La promulgación del matrimonio homosexual en 2013 supuso el gran hito de la era Hollande al precio de manifestaciones masivas de rechazo y la emergencia de un movimiento católico conservador muy influyente en la derecha. El peaje fue el abandono de la apertura a las parejas de mujeres de la procreación médicamente asistida prometida por Hollande. Tampoco salieron adelante la eutanasia activa ni el suicidio asistido pues la ley aprobada se limita a autorizar la sedación profunda y continua de los pacientes con una enfermedad grave e incurable.
El estado de emergencia en respuesta a los atentados yihadistas, que ha causado 239 víctimas mortales desde 2015, perdurará por lo menos hasta el próximo 15 de julio tras haber sido prorrogado cinco veces. En poco más de dos años siete leyes han reforzado el arsenal antiterrorista con nuevos poderes otorgados a la Fiscalía y la Policía, la cadena perpetua real, el endurecimiento de las penas, la ampliación de las prerrogativas de los servicios de información y la creación de más delitos por terrorismo.
En política internacional Hollande se ha apuntado los éxitos de la conferencia de París COP 21 sobre el cambio climático, el acuerdo nuclear iraní y el tándem formado con Berlín para negociar con Moscú la crisis de Ucrania. Las intervenciones militares en Mali y República Centroafricana así como los bombardeos en Irak y Siria demostraron la determinación bélica de un presidente en contraste indeciso en el patio interior.