La crónica española del incendio

En la exposición del Museo de Londres, titulada «¡Fuego, fuego!», puede verse un extraordinario documento: la crónica del suceso contada[…]

En la exposición del Museo de Londres, titulada «¡Fuego, fuego!», puede verse un extraordinario documento: la crónica del suceso contada en una gaceta española de la época. La información se titula: «Revelación nueva y verdadera del formidable incendio que ha sucedido en la gran ciudad de Londres, sabido por diversas cartas y principalmente por una del gentilhombre excelentísimo señor Conde de Molina, embajador en Inglaterra de su Majestad Católica».

El relato aunque se ensaña con los daños debido a la condición de nación enemiga de Inglaterra, sorprende por su buen ritmo periodístico y da fe de como España era una gran potencia capaz de informar con premura al público de lo que sucedía allende sus fronteras.

Acorde a las disputas religiosas de la época, la crónica considera el fuego un castigo de Dios a una ciudad protestante, que pagaba así el haber matado a católicos. El cronista, un tal Francisco Ciprés, comienza su relato con la descripción de la ciudad británica «una de las más floridas de Europa, después de Constantinopla y París» y explica como su situación geográfica y la orografía circundante la hacen «impenetrable a contrarias armadas, y a opuestas invasiones, pero no impenetrable a los castigos de Dios que supo derribar mayores muros en Jericó, más numeroso poder en Olofernes, mas soberbia muralla en Goliat y más obstinados escollos en las ondas del mar Bermejo». Ese Dios que «obra maravillas, ha hecho que con el fuego se les aguase a los ingleses el gusto por sus felicidades» continua la crónica. Incluso se facilitan datos concretos de los daños, aunque inflados: 65.000 hogares destruidos (al final fueron 13.200) y 140 Iglesias quemadas (fueron 87).

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