La amenaza implícita en el discurso de Theresa May

ondres plantea un pulso a la con la advertencia de que «es mejor no llegar a un acuerdo que firmar un mal acuerdo». En concreto, Londres amenaza con crear un paraíso fiscal si no hay acuerdo

Theresa May presentó ayer a sus socios en la Unión Europea un dilema: lleguemos a un acuerdo que os permita vender vuestros productos en el mercado británico sin aranceles y a nosotros vender en el mercado único europeo, o Reino Unido emprenderá una vía de competencia fiscal para atraer empresas que puedan paliar con nuestros bajos impuestos el efecto de vuestros aranceles.

Esa es la posición negociadora central británica para lograr un 'Brexit' que disuada a los otros 27 miembros de la UE de penalizar a Reino Unido por su rechazo al ideal europeo y como castigo ejemplar para que otros no se vean tentados a abandonar también la Unión. La primera ministra británica envolvió ese nudo central del argumento con una retórica vaga y amistosa, que incluyó pocas novedades.

La principal nueva en el esperado discurso de May, pronunciado ante embajadores europeos y presentado como su plan de negociación, es la confirmación de que su Gobierno ha abandonado la idea de permanecer en el mercado común. Era la inevitable consecuencia de adoptar como prioridades del 'Brexit' la independencia con respecto al Tribunal de Justicia de la UE y el control nacional de la inmigración.

La líder británica acepta que los socios europeos no le permitirán permanecer en el mercado sin someterse al tribunal comunitario o aceptar la libre circulación de ciudadanos de la UE y por eso propone «una nueva asociación estratégica con el mayor acceso posible al mercado común, sobre bases recíprocas, a través de un acuerdo general de libre comercio».

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May añadió que «no llegar a un acuerdo sería mejor que llegar a un mal acuerdo». La primera ministra explicaba así que contempla sin temor la posibilidad de una ruptura con la UE y el establecimiento de relaciones comerciales basadas en reglas y tarifas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esa posibilidad ya ha sido contemplada por el ministro de Hacienda, Philip Hammond.

En una entrevista publicada este mismo fin de semana por el diario alemán 'Die Welt', el ministro Hammond, que defendió la permanencia en la campaña del referéndum, afirmaba que «si dejamos la UE sin acuerdo sobre el acceso al mercado común. estarían forzándonos a cambiar de modelo económico para recuperar nuestra competitividad, y puedo asegurarles que haremos todo lo que tengamos que hacer».

Superávit comunitario

Cada mes, los otros 27 países de la UE venden productos por unos 9.000 millones de euros más a Reino Unido que los que compran procedentes de las industrias y servicios británicos. España, por ejemplo, se beneficia de ese comercio con un superávit anual de ingresos de unos 10.000 millones. Y Reino Unido es el mayor destino de inversiones españolas en el extranjero.

Los partidarios del 'Brexit' han citado a menudo el ejemplo de fabricantes alemanes de coches o de las bodegas francesas para avalar su opinión de que habrá voces en la UE que pedirán a los gobiernos que actúen por el interés mutuo y no por otras versiones de la política. Citan también el daño que podría sufrir el sistema financiero europeo si corta abruptamente sus lazos con la City londinense.

Para envolver ese pulso, May expresó un afán de resolver con armonía retos de la ruptura -mantenimiento recíproco de los derechos de los residentes actuales, continuidad en la cooperación en seguridad...- e ideas más aladas sobre la victoria del 'Brexit' como «el momento en el que elegimos construir una 'Britain' realmente global», pero «sin rechazar los valores que compartimos» con la UE, que no especificó.

Votos en el Parlamento

Theresa May prestó atención a los asuntos más domésticos en su esperado discurso. Puntualizó la necesidad de preservar los tradicionales acuerdos de libre movimiento de personas y la fluidez comercial entre Irlanda, Irlanda del Norte y Gran Bretaña sin nuevas fronteras, algo que podría complicarse sin el acuerdo con la UE. Y descartó nuevas barreras con Escocia.

La primera ministra prometió que el acuerdo final con la UE será votado en el Parlamento. Desmoviliza el frenesí con las decisiones de los tribunales sobre si el Gobierno debe someter a un voto parlamentario el inicio de la negociación con Bruselas, al final de marzo. Se votará sobre el resultado. Quizás para entonces la conservadora May haya convocado elecciones para que el Parlamento y en los escaños de su partido haya la mayoría pro-Brexit que hoy es dudosa.

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