Grecia: una eterna partida de ajedrez que se disputa en un tablero político
Parecía que el año bursátil iba a ser relativamente tranquilo. Las ganancias acumuladas en los cinco primeros meses del año[…]
Parecía que el año bursátil iba a ser relativamente tranquilo. Las ganancias acumuladas en los cinco primeros meses del año así lo confirmaban. La recuperación económica, junto a las medidas puestas en marcha por el Banco Central Europeo (BCE) y la propina de las caídas del euro y el petróleo, parecían combustible suficiente para las bolsas europeas este ejercicio, aunque mirando siempre de reojo a la esperada subida de tipos en Estados Unidos.
El factor que se presentaba como el más desestabilizador para los mercados, el político, ha perdido algo de empuje. De momento, la bolsa no parece excesivamente preocupada porque lleguen al poder, en algunas comunidades y ciudades, fuerzas de nueva creación. Lo que de verdad le preocupa en estos momentos es Grecia. Es esa eterna partida de ajedrez, que se disputa en un tablero más político que económico, y en la que ninguno de los jugadores se atreve a dar jaque mate. Nadie le quiere poner el cascabel al gato griego. Nadie quiere asumir la responsabilidad que supone la primera salida de un país de la eurozona. La táctica siempre ha sido la patada a seguir y aplazar el problema. Eso es lo que vuelve a pretender la canciller alemana Angela Merkel, al proponer trocear las reformas griegas para desbloquear las ayudas.
Antes de eso, el temor entre los inversores se disparó especialmente la semana pasada cuando Atenas, de forma sorprendente, decidió no pagar al FMI los 305 millones de euros que tenían como fecha límite el 5 de junio y agrupar todas las deudas en una sola con vencimiento el 30 de junio. Era una medida legal, pero que no se suele utilizar. De hecho, el último país en hacerlo fue Zambia en 1980.
El caso es que diferentes encuestas realizadas recientemente entre destacados inversores de la zona euro revelan que cerca de un 50 por ciento de ellos ven el «Grexit» más cercano que nunca. Y temen sobre todo el efecto contagio en los países de la periferia. Por ello, aunque finalmente se logre un acuerdo que salve los muebles en el mes de junio, los inversores no ven clara la continuidad a medio plazo del país heleno en la zona euro.
Si no hay una solución convincente, abróchense los cinturones para el segundo semestre del año.