Fiasco en la Cumbre Europea

Merkel se ha salido de nuevo con la suya: No habrá eurobonos ni se capitalizará directamente a la banca. De consolación, Holande se lleva un plan de crecimiento que, en parte, ya estaba previsto. 

Los líderes europeos se aprestan a celebrar una nueva e inútil cumbre para dar un mensaje de europeísmo a los mercados y a los ciudadanos de la zona euro. ¿El enésimo, vigésimo... desde que empezó la crisis de deuda soberana? No sé, ya he perdido la cuenta. Esta cumbre, en especial, de la que debería salir el acuerdo que encarrile la consolidación europea es otro fiasco cuya escenificación se gestó en el cónclave que acaban de celebrar los "cuatro pilares" de la zona euro.

Hollande tiene como reto fundamental mantener su imagen fraguada en la campaña electoral de brazo ejecutor de la alternativa a la solución de austeridad trazada por el acuerdo "MerKozy". Entre las bazas del nuevo presidente francés figura el hecho de su aplastante mayoría electoral. Además, cuenta supuestamente con el apoyo de los líderes conservadores del sur europeo, correligionarios de Merkel.

Con estos mimbres, los estrategas del Elíseo contaban poder ofrecer a la opinión pública algún trofeo arrancado a la hermética postura de Angela Merkel: bien sea la mutualización de la deuda o la posibilidad de que los rescates bancarios se realicen dando directamente las ayudas a las entidades financieras. "No pueden oponerse a las dos soluciones a la vez", explicaba a sus próximos François Hollande. Pero no va a ser así...

Ninguna de las dos medidas habría resuelto los problemas de la crisis que atenaza a la periferia europea, pero seguro que habría actuado como revulsivo a la fuerte presión que los mercados están sometiendo a las primas de riesgo de España e Italia. Prueba de ello, son las subidas de las bolsas estos días de atrás. Pero Merkel ha demostrado que tiene cintura para zafarse de las cuerdas contra las que, aparentemente, la habían acorralado. Lo hizo en el pasado G-20 y lo hará ahora. Hollande, Monti y Rajoy captaron perfectamente el mensaje en la reunión que el cuarteto europeo mantuvo el pasado viernes 22 de junio. Y desde entonces trabajan para escenificar un acuerdo que les permita aparecer ante sus respectivos electorados con cierta dignidad.

Para ello, nos venden un "Plan de crecimiento" de 130.000 millones, que no tendrá ningún impacto significativo en la actividad europea, como ya se han apresurado a advertir algunos expertos. Hay que tener en cuenta que casi la mitad de esos fondos ya estaban previstos y aprobados para gastar antes de 2014 en los fondos estructurales. Es decir no es dinero nuevo, en todo caso reasignado. El resto de los fondos que el Banco Europeo de Inversiones pueda canalizar hacia los proyectos empresariales se dosificará en varios años.

En cambio, las consecuencias de los objetivos de austeridad asumidos por todos sí que van a ser reales y se van a sentir en las carnes de los ciudadanos afectados por los distintos planes de rescate. Implican una reducción de siete puntos en el déficit de los Estados, lo que no se compensará con el pacto de crecimiento, por mucho que Hollande y sus nuevas comparsas del sur nos quieran hacer ver. Y será difícil que la poblacion francesa "trague" con esta cortina de humo y no exija un debate popular sobre la ratificación del pacto de estabilidad fiscal (verdadera prueba de fuego para el nuevo presidente socialista galo) en lugar de aprobarlo vía parlamentaria con el nuevo rodillo socialista. Ese es su verdadero dilema.

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