«Estamos cortando la lengua a gente necesaria, nos están tapando la boca»

La cita era a las 11 horas, en la Casa de América, en Madrid. Aunque fuera comenzaba a despuntar la[…]

La cita era a las 11 horas, en la Casa de América, en Madrid. Aunque fuera comenzaba a despuntar la primavera, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) llegó enfundado en su tradicional gabardina. Su atuendo es ya una característica propia de la personalidad literaria de quien lleva 30 años en el oficio de escritor. Lo advirtió varias veces, antes y durante la conversación que mantuvo con los periodistas: «He venido a hablar de mis perros y mis perras». No obstante, su última novela, «Los perros duros no bailan» (Alfaguara), cuenta con un can llamado Negro como protagonista y, por tanto, tocaba disertar sobre ello. Y Pérez-Reverte lo intentó.

Trató de que la charla la monopolizaran esos animales por los que siente auténtica devoción. Aunque no triunfó... del todo. Los poros de una realidad atravesada por la deriva independentista en Cataluña, los juicios sumarísimos en las redes sociales, el maltrato animal o el machismo, por ejemplo, se filtraron en una rueda de prensa en la que, pese a todo, el escritor se sintió como pez en el agua, siguiendo con los símiles animalísticos.

«El libro es una metáfora de la vida de los seres humanos. Me ha permitido contar la realidad de una forma que no podría con los seres humanos», aseguró. En su opinión, en los últimos tiempos «se ha vuelto muy difícil escribir» y «hay que tener un cuidado tremendo», porque «todo es susceptible de generar polémica». «Estamos cortando la lengua a gente necesaria a la hora de hablar. A Javier Marías y a mí, por ejemplo, ya nos da igual, pero hay periodistas jóvenes que no se atreven a escribir porque cada vez están más preocupados por lo que puedan decir de ellos. Nos están tapando la boca. A un chico de veinte o treinta años lo pueden hundir, deberíamos recapacitar, reflexionó.

No se trata de una denuncia que Pérez-Reverte haya querido deslizar en las páginas de la novela, donde, por ejemplo, «los perros son machistas y no les preocupa lo que diga Twitter al día siguiente», sino que «ha salido así». «El libro me ha permitido escribir sin autocensura. Vivimos un momento terrible, en el que está en peligro la única garantía de libertad, que es la prensa libre. El día que se callen los periodistas por miedo a que se les eche encima un colectivo, estamos perdidos. En Occidente nunca habíamos vivido un momento como este. Peor que la crisis económica o que la falta de publicidad en los medios es la autocensura por miedo a la reacción de las redes sociales», sentenció.

El escritor es un habitual de Twitter, donde cuenta con 1,96 millones de seguidores, pese a que ya sólo abre el «bar de Lola» en ocasiones especiales, como la publicación de esta novela. Precisamente, el 30% de sus tuits están «dedicados a los perros perdidos» y, aunque el libro «no tiene ningún tipo de función social», Pérez-Reverte aprovechó el foro para denunciar que «en España la actitud de los legisladores respecto al maltrato animal es una vergüenza». «En España el maltrato animal sale gratis, y por eso cantidad de hijos de la gran puta se benefician. Como mucho, un año de cárcel y una multa, que no pagan porque son gente marginal a la que es muy difícil pillar de marrón. La ley española deja indefensos a los animales, es de las más infames en Europa».

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