Es hora de que se reconozca el potencial de la empresa familiar
Ya lo dijo hace una semana José Ramón Sanz, presidente, consejero delegado y patrono de Numa, la fundación sin ánimo[…]
Ya lo dijo hace una semana José Ramón Sanz, presidente, consejero delegado y patrono de Numa, la fundación sin ánimo de lucro que está desarrollando una labor ejemplar a la hora de aportar una visión innovadora en la gestión de tres elementos que están muy relacionados, la empresa, la familia y el patrimonio. «Las empresas familiares constituyen la base principal de creación de riqueza del país», afirma. El progreso social, la estabilidad en el empleo y el presupuesto del país, en palabras de Sanz, dependen principalmente de la salud y la calidad de la empresa familiar.
Es la realidad. No exagera. Por eso sorprende, con estas credenciales, que nuestros políticos todavía no reconozcan el enorme potencial de la empresa familiar. Sorprende que los empresarios familiares no cuenten todavía con un marco fiscal idóneo y con otras medidas que les permita desarrollar en mejores condiciones su labor. Sorprende también que las Administraciones públicas no escuchen más a los empresarios familiares, no les preste más atención a la hora de diseñar medidas para apuntalar la recuperación económica.
Sin duda, es un lujo para un país contar con unas empresas familiares que han sabido aprovechar los años de crisis para prepararse mejor para el futuro y es un auténtico despropósito que su conocimiento y su capacidad para generar riqueza no sea tenido tan en cuenta como se debiera.
De todo esto y más se habló esta semana en Patrimonia, el I Foro Exclusivo en Gestión Integral del Patrimonio Familiar que organizó nuestra revista en la Cámara de Comercio de Madrid. En este número tienen un amplio resumen de todos los puntos que se abordaron en ese encuentro, que contó con las intervenciones de prestigiosos expertos. Pero me quedo con las palabras de uno de los participantes en el foro. Destacó la capacidad de estos empresarios, que son imprescindibles para dinamizar el tejido económico de un país, pero al mismo tiempo le asustaba la miopía de los políticos, que siguen sin prestar el apoyo que necesitan para que sus empresas nazcan sanas y puedan crecer fortaleciéndose cada día. Ya es hora de que la clase política haga caso a la empresa familiar.