¿En qué renta fija invertir en 2017?
Las últimas semanas de 2016 han avisado de que el entorno cambia para el mercado de deuda: no es que haya que abandonarla, pero sí hay que cambiar de estrategia, apostando por plazos cortos y activos flotantes y ligados a la inflación.
En las últimas semanas, más difícil incluso que la bolsa está la renta fija. Sobre todo desde el triunfo de Donald Trump en las elecciones americanas. Las previsiones de que bajo su mandato aumentarán el gasto público y la inflación han provocado ventas de bonos y repunte de sus rentabilidades, especialmente en los largos plazos, y con más virulencia en los emergentes. ¿Cómo afrontan los gestores el año 2017 en renta fija?, ¿cuáles son sus principales apuestas?, ¿defienden que la deuda debe seguir en las carteras?
Dolores Ybarra, de Santander AM, comenta que está claro que ya hemos visto los mínimos en las rentabilidades de los bonos y vamos en 2017 hacia tipos más altos de los vistos en 2016. Bien es verdad que, en su opinión, en Europa, el movimiento se ha producido por el efecto arrastre que ha ejercido EE.UU. Por lo tanto, en su opinión, van a seguirse viendo tipos bajos en Europa, aunque las curvas cojan algo más de pendiente. Bajo su punto de vista, las curvas de gobierno tienen poco valor y lo mismo sucede con la renta fija privada. Por eso, opina que en 2017 sólo el 'high yield' y la deuda emergente van a ser capaces de ofrecer un 'carry' de entre el 4 y el 6 por ciento. Para Monica Defend, de Pioneer Investments, es fundamental adoptar un enfoque flexible y sin limitaciones respecto a la renta fija, incluyendo estrategias para hacer frente a la reflación, como los bonos ligados a la inflación de EE.UU. y la zona euro, así como préstamos y otras estrategias de tipo de interés variable.
Pero vayamos por partes. ¿Qué va a pasar en las diferentes geografías?, ¿qué ocurrirá con cada duración? Según Borja Gómez, de Inverseguros, en EE.UU., dado que la curva puede seguir ganando pendiente y las expectativas de inflación pueden seguir al alza, por el dinamismo laboral y el riesgo de que las políticas proteccionistas prometidas por Trump se conviertan en realidad, habría que apostar por duraciones cortas y en renta fija corporativa, por activos con cupón flotante y por bonos ligados a la inflación en dólares.
La duda de la deuda de EE.UU.
Para Ignacio Victoriano, de Renta 4, aunque las curvas americanas ya descuentan gran parte de las subidas del precio oficial del dinero por parte de la Fed, puesto que sólo espera dos incrementos, la deuda estadounidense a diez años puede llegar a dar incluso rendimientos positivos. El riesgo está en que la Fed suba los tipos más veces de las previstas. Luca Paolini, de Pictet AM, en cambio, apunta que a partir de ahora, las subidas de tipos de la Fed pueden tener mayor impacto en los vencimientos cortos por lo que, en este estado de cosas, mantienen su preferencia por la deuda del Tesoro americano con vencimientos de mayor plazo, donde los intereses han subido mucho.
En la zona euro, según Gómez, podemos asistir a dos dinámicas. En la primera parte del año podríamos ver estabilidad o incluso entradas de dinero en los títulos europeos, por la extensión en el tiempo de las compras de activos por parte del BCE decidida el 8 de diciembre, con lo que durarán todo 2017. Por eso, en la primera parte del año, la deuda soberana europea puede tener algo de atractivo. En particular, los bonos entre dos y cinco años, puesto que el BCE ha cambiado detalles técnicos del programa: ha relajado la prohibición de comprar títulos con intereses inferiores a los del tipo de depósito (-0,40 por ciento), lo que beneficia a las duraciones medias. Además, dado que en los últimos meses se ha focalizado en los largos plazos, ya no va a poder comprar tanto de ellos. Podemos ver, pues, un repunte de la pendiente de la curva y que los largos plazos estén más contagiados por lo que haga el diez años americano. Pero, según aclara Gómez, llegará el momento en que se anticipe el fin de las compras de activos o, antes, el 'tapering', ya a finales de 2017, lo que podría verse acompañado por una mayor expansión fiscal en Europa. Ello debería hacer virar al inversor hacia las duraciones bajas y a los bonos ligados a la inflación europea.
Los riesgos europeos
En la misma línea, Mercedes Cerero, de Ábaco Capital, advierte de que en su firma preocupan los plazos en los que está interviniendo el BCE, tanto en los bonos de Gobiernos como en los corporativos, puesto que cuando se anticipe el 'tapering' pueden sufrir. La firma de Cerero no apuesta por los soberanos europeos, pero sí por los privados, aunque cubriendo el riesgo duración. Para Paolini, los bonos europeos son más vulnerables que los de Estados Unidos: «Europa no está desincronizada y aunque tenga menor riesgo de inflación, su deuda está más cara. Está por detrás en el ciclo, pero tiene la misma tendencia de crecimiento. El cambio del entorno para los bonos es global».
Desde el Santander advierten del riesgo de una subida de los tipos y de las primas de riesgo en Europa no sólo por fundamentales, sino también por riesgos políticos, dado que en 2017 hay numerosas citas electorales en los principales países del continente.
En deuda corporativa, Gómez cree que en la primera parte del año, la europea puede hacerlo bien, así como su high yield, porque el escenario puede favorecer a los activos de riesgo. En EE.UU., mientras, si bien las expectativas al alza de los beneficios pueden ayudar a la deuda privada, cree que el mercado está en exceso optimista y no ha descontado la posibilidad de un deterioro económico por Trump. Victoriano aconseja una exposición neutral a este activo. Señala que, dado que el grado de inversión ofrece retornos muy bajos, para obtener rentabilidad puede ser aconsejable sobreponderar calificaciones 'BB', pero con duraciones cortas, así como subordinados financieros e híbridos con 'call' de corto plazo.
Según Defend, suponiendo lentas subidas de tipos de la Fed, cabe prever una mejora de los beneficios americanos y una normalización de los impagos tras el repunte ligado a las energéticas en 2016. La deuda corporativa lo haría mejor que la soberana, tanto en Europa como en EE.UU., aunque su rentabilidad total sería inferior a la de 2016.
Respecto al 'high yield', Paolini advierte: «La deuda de alta rentabilidad ha tenido su mejor año desde 2009 y las tasas de impago aumentan, de manera que sus valoraciones no son atractivas. En la de EE.UU. el diferencial de rentabilidad a vencimiento respecto a la deuda del Tesoro ha perdido ventaja respecto a la deuda de la zona euro y los inversores tienen excesivo peso en esta clase de activos, lo que ha aumentado las posibilidades de liquidación».
En deuda emergente, hay riesgos, como apunta Gómez, por el incremento de los intereses en EE.UU., a los que van ligados los de los países latinoamericanos, así como por la apreciación del dólar. Pero, según Victoriano, ha habido una sobrerreacción en la deuda emergente, cuando las perspectivas siguen positivas. La recomendación específica de Renta 4 respecto a la deuda emergente es: «La volatilidad actual puede persistir en el corto plazo, por lo que sobreponderamos inversiones en renta fija a corto plazo en moneda fuerte, que no está tan expuesta a las oscilaciones del corto plazo y ofrece un atractivo 'carry'». Alfredo Óscar Mordezki, del Santander, opina, para América Latina, que siempre que ha habido volatilidad, ha sido una oportunidad de entrada y apunta que Argentina y Brasil son sus apuestas para 2017. No prevé ampliación de diferenciales.