El sol y el viento se enfrentan en la mayor subasta de renovables de España

Se espera que, tras un lustro de parálisis, eólicas y fotovoltaicas pujen al límite y bajen las primas al mínimo, resignándose a obtener sólo un suelo

 Después de cinco años de parálisis absoluta, hay hambre de renovables en España. Ya se vio en enero del año pasado, cuando se celebró una pequeña subasta (500 MW de potencia eólica y 200 MW de biomasa). El resultado fue sorprendente. Arrasaron los hermanos Samper, procedentes de Zaragoza y herederos de un imperio dedicado a la cría del cerdo. Entraron a machete, renunciando a cualquier prima, y ganaron a las grandes eléctricas. Esta vez lo que hay en juego es mucho más. Nada menos que 2.000 MW de energía verde ampliables a 3.000. La puja será este miércoles y se espera que la pelea sea de una competencia feroz y se centre en las eólicas y fotovoltaicas.

La subasta diseñada por el ministro de Energía, Álvaro Nadal, llega envuelta en la polémica. Por algo se la ha bautizado como la más compleja del mundo. Lo que el Gobierno pone a la venta son megavatios de potencia renovable de cualquier tecnología 'protegidos' con el régimen retributivo específico de la energía 'verde'. Los licitadores pujan por ellos y el criterio que prevalece es el precio, de forma que las ofertas que salgan más baratas al sistema ganan. En esta ocasión, sin embargo, hay un tope a los descuentos, con lo que, aunque se vaya al límite -renuncia a ayudas-, el adjudicatario dispondrá de un suelo -cercano a los 39 euros/Mwh- respecto al volátil precio de la electricidad (el 'pool'). Eso es lo único que se logra, lo que demuestra la competitividad alcanzada por las renovables, por mucho que necesiten contar con esa estabilidad en los ingresos para pedir financiación al banco.

Como se espera que las ofertas sean con el máximo descuento para asegurarse la adjudicación, es muy probable que haya empate y ahí surge uno de los focos de conflicto. Las solares se quejan de que el criterio de desempate favorece a las eólicas porque se priman las horas equivalentes de funcionamiento. «Es una discriminación injustificada», denuncian en la asociación fotovoltaica UNEF, que impugnó la subasta y pidió su suspensión cautelar. El Tribunal Supremo ha desestimado esta petición pero el proceso sigue adelante y, por tanto, queda pendiente de resolución.

Pese a que los fotovoltaicos se consideran los más perjudicados por este criterio, es unánime la crítica del sector al hecho de que no se hayan establecido subastas diferenciadas para cada tecnología. «Es un grave error que el Ministerio enfrente a unas con otras porque son complementarias», se lamenta José María González, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA). Incluso los supuestamente favorecidos, los del viento, coinciden en este punto. «Lo normal hubiese sido distinguir por tecnologías. No queremos una guerra», señalan en la Asociación Empresarial Eólica (AEE).

También hay malestar por otro criterio que favorece a los licitadores más grandes, que oferten bloques de hasta 200 MW de potencia. Por todo esto en el sector existe la idea de que el Gobierno ha querido facilitar las cosas a las grandes compañías eólicas que se quedaron 'colgadas de la brocha' con la moratoria de 2012. Con todo, fuentes cercanas al Ministerio manifiestan confianza en que «hay mucho megavatio en la subasta y no se lo va a llevar todo la eólica». Lo que se da por hecho es que, teniendo en cuenta las bases del concurso, no van a entrar otras tecnologías, con lo que la cosa queda entre el sol y el viento.

Ofertas de derribo

Pero las quejas por la subasta van mucho más allá. Se considera negativo que sea marginalista, lo que significa que se paga a todos los licitadores con el último precio que entra en la adjudicación, el más caro. Existe la sospecha de que este sistema motivó las ofertas de derribo de la primera subasta: pujar a 'prima cero' para asegurarte la adjudicación, en la confianza de que cobrarás según el último que entre. Pero, si fue así, les salió el tiro por la culata. Todos los que ganaron habían ofertado en esas condiciones, con lo que se quedaron sin retribución. Como en esa ocasión no había límites al descuento, ni siquiera se aseguraron un suelo respecto al 'pool'. En consecuencia, estarán expuestos a los vaivenes del mercado y cobrarán lo mismo que una nuclear o un ciclo combinado.

En Forestalia, la empresa de Fernando Samper (el mayor de los dos hermanos, que se puso por su cuenta), niegan la mayor y aseguran que apostaron a 'prima cero' muy conscientes de lo que hacían, asumiendo las consecuencias. Se adjudicaron 300 MW de los 500 subastados en eólica y 108 en biomasa. «Tenemos claro que las tecnologías renovables son rentables sin subsidios. Hemos estudiado muy bien el recurso en Aragón, donde vamos a instalar todos los parques. Gracias al cierzo, la zona tiene las mejores condiciones de viento de España junto con Galicia y Tarifa», señalan fuentes de la compañía zaragozana.

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Frente a los incrédulos, aseguran que sus proyectos se van a instalar a tiempo y que ya tienen principios de acuerdo con los bancos para la financiación. Pero, ante las dudas, el Ministerio de Energía ha introducido modificaciones en este concurso para asegurarse que las instalaciones se hacen realidad y en el tiempo acordado. Para empezar, se ha impuesto el citado tope a los descuentos para que, en todo caso, los adjudicatarios cuenten con el 'suelo' respecto al 'pool'. Por otro lado, se han triplicado las garantías exigidas. Además, se impone una serie de hitos, como concretar el proyecto a los seis meses, para que los licitadores acudan con las cosas bien atadas.

Más allá de la subasta, las críticas del sector renovable al Gobierno vienen por la inseguridad jurídica del sistema retributivo, ya que cada seis años se puede cambiar todo el marco y justo cabe esa posibilidad en 2020, cuando deben ponerse en marcha las nuevas instalaciones.

Pese a todo, se augura una «fortísima competencia», según decía el viernes el consejero delegado de Gas Natural Fenosa, Rafael Villaseca. Gigantes consolidados del sector como Iberdrola -muy crítica en los últimos tiempos con la falta de rentabilidad de las nucleares- ha confirmado su participación y también se da por hecho que Forestalia, la gran triunfadora de 2016, repetirá.

¿Por qué si hay tantas pegas se vaticina semejante éxito? La clave, coinciden todas las partes, está en el contexto. En la etapa de Zapatero, las primas a las renovables se desmadraron, sobre todo con el 'boom' fotovoltaico; en 2008 se instalaron 2.700 MW de placas solares. Con la crisis hubo que tomar medidas, aunque las más drásticas las adoptó Rajoy: moratoria en 2012 y fuertes recortes en regulaciones de 2013 y 2014. Por eso en el último lustro la parálisis ha sido total en el país del sol, con la excepción de 2016.

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«Se suma, además, un problema de que no sabemos cuándo habrá otra subasta. El Gobierno dijo en 2015 que hacían falta 8.500 MW para cumplir los objetivos europeos -20% de cuota renovable en el consumo final de energía en 2020-. Pero, con su habitual falta de planificación, no ha concretado nada», explica el director general de APPA.

Pese a las incertidumbres, lo que parece que va a confirmar esta subasta es que las renovables han alcanzado un nivel de competitividad tremendo. Se calcula que la solar ha recortado costes un 85% en cinco o seis años y la eólica, un 40%. Y tampoco hay discusión alguna en que son el futuro.

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