El Santander revoluciona el mercado con su cuenta 1, 2, 3

En octubre de 2014, tan sólo un mes y medio después del fallecimiento de su padre, Ana Botín pronunció un[…]

En octubre de 2014, tan sólo un mes y medio después del fallecimiento de su padre, Ana Botín pronunció un valiente discurso en la Conferencia Bancaria Internacional que organiza su banco. Además de entonar el «mea culpa» por los errores cometidos por las entidades financieras durante los años de la crisis, anunció que en la nueva era que se abría para su banco, su intención es que fuera «sencilla, cercana y trasparente» y situó como objetivos prioritarios a empleados, clientes y accionistas. 

Casi medio año después de pronunciar estas palabras, Ana Botín ha pasado a los hechos. Y no sólo por el lanzamiento de su «Cuenta 1, 2, 3», con la que ya triunfó en el Reino Unido, ni por el interés del 3 por ciento con el que remunera el producto, o por la bonificación de los recibos. Lo más importante es la nueva relación que a partir de esta oferta establece con los clientes. Ya no hay distinciones. Los nuevos clientes, como era habitual hasta ahora, ya no serán los únicos en poder aprovecharse de este lanzamiento. Los antiguos también pueden. Además, el banco ha dejado claro que ya no volverá a ofrecer ningún producto que no sea para todos los clientes. 

Otro aspecto destacado es que es la primera vez que a la red comercial no se le marca un objetivo definido de venta y los empleados tendrán que pasar por un periodo de formación especial que culminará con la obtención de un certificado que acredite que conoce bien el producto, por lo que estará capacitado para poder comercializarlo. Es decir, sólo podrán ofrecer la «Cuenta 1, 2, 3» los empleados que comprendan perfectamente lo que el cliente va a comprar. Se acabó la barra libre en las sucursales bancarias. Las malas prácticas. 

Y, finalmente, el banco premiará la fidelidad y vinculación del cliente con la entrega de títulos bursátiles del Santander. Cambia el estatus del cliente, da un paso más, se convierte en accionista del banco, con el grado de implicación que eso conlleva en la marcha de la entidad.
Falta por ver cómo reaccionará la competencia a este desafío de Ana Botín, a este auténtico reto. Pero lo que sí parece claro que supondrá un antes y un después en la forma de hacer banca en España. Como pasó en 1989.

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