El Papa denuncia«la transformación de empresarios en especuladores»

En su visita a Génova, una ciudad en crisis industrial y demográfica que ha perdido casi un tercio de su[…]

En su visita a Génova, una ciudad en crisis industrial y demográfica que ha perdido casi un tercio de su población, el Papa Francisco ha denunciado el sábado «una enfermedad de la economía: la progresiva transformación de los empresarios en especuladores».

Durante un encuentro con casi un millar de trabajadores y empresarios en la inmensa nave de la factoría siderúrgica ILVA, el Papa ha ensalzado la figura del empresario con sus virtudes de «creatividad, amor por la empresa, pasión y orgullo por la obra de las manos y la inteligencia suya y de sus trabajadores».

Según Francisco, «el verdadero empresario conoce a sus trabajadores porque trabaja junto a ellos, trabaja con ellos. No olvidemos que el empresario debe ser, ante todo, un trabajador».

Por eso, «tener que despedir a alguien es siempre una decisión dolorosa, que no tomaría si pudiera evitarla. En cambio, quien piensa resolver los problemas de su empresa despidiendo gente no es un empresario, es un comerciante. Hoy vende su gente, y mañana vende su propia dignidad...».

EFE

Poniendo el dedo en la llaga, el Papa ha advertido que «una enfermedad de la economía es la progresiva transformación de los empresarios en especuladores. El especulador no ama su empresa, no ama los trabajadores, sino que ve la empresa y los trabajadores como un medio para lograr ganancias. Usa la empresa y los trabajadores para lograr beneficios. Utiliza, instrumentaliza y se come a las personas y los medios de producción para su objetivo de beneficios».

La despiadada economía sin rostro

Con toda claridad ha denunciado que «cuando la economía pierde contacto con el rostro de las personas concretas, se vuelve una economía sin rostro y, por lo tanto, despiadada. ¡No hay que temer a los empresarios, pues hay tantos buenos, sino a los especuladores!».

En esa línea de patologías ha denunciado también que «a veces el sistema político parece favorecer a quienes especulan sobre el trabajo en lugar de a quienes invierten en el trabajo. ¿Por qué? Porque crea burocracias y controles partiendo de la hipótesis de que los actores de la economía son especuladores. Así quien no lo es cae en desventajas pues quien lo es encuentra los medios para eludir los controles».

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Sin miedo a levantar ampollas en ambientes parlamentarios o gubernamentales, Francisco ha insistido en que «los reglamentos y leyes pensados para los no honrados terminan por penalizar a los honrados. Y hoy hay muchos verdaderos empresarios honrados, que aman su empresa y sus trabajadores, que se esfuerzan por sacarlos adelante y que se ven penalizados por políticas que favorecen a los especuladores».

EFE

Para remachar la idea, el Papa ha citado un texto de Luigi Einaudi, gran economista y segundo presidente de la República Italiana desde 1948 a 1955: «Millones de individuos trabajan, producen y ahorran a pesar de todo lo que nosotros podamos inventar para molestarles, ponerles trabas y desanimarlos. Es la vocación natural, y no la sed de ganancia. Es el orgullo de ver cómo la propia empresa prospera, gana crédito e inspira confianza».

Las respuestas que Francisco iba dando a preguntas de un empresario, una trabajadora en régimen temporal de un lugar a otro y un consultor financiero trazaban un mapa cada vez más claro del trabajo humano.

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La necesidad de hacer bien las cosas

El Papa ha insistido en «la necesidad de hacer el trabajo bien. Porque el trabajo hay que hacerlo bien. A veces se piensa que un empleado trabaja bien solo por la paga. Pero esto es un desprecio de los trabajadores y del trabajo pues niega la dignidad y el honor. El trabajo se hace con dignidad y da dignidad».

Por eso es necesario hacer frente a un problema contemporáneo: «unos no encuentran trabajo, o trabajan poco, y otros trabajan demasiado con horarios excesivos. Sin tiempo para la fiesta, el trabajo se vuelve esclavitud aunque esté superpagado. Y al revés, en la familia donde no hay trabajo no hay domingo, pues tampoco hay lunes laboral».

Según Francisco, «no podemos resignarnos a un mundo en el que solo la mitad de la gente tiene trabajo y los demás se mantienen con un cheque social. El objetivo no es ingresos para todos sino trabajo para todos, pues si él no habría dignidad para todos».

Una vez más, el Santo Padre ha lamentado el elevadísimo porcentaje de desempleo juvenil, «que es una hipoteca sobre el futuro, pues estos jóvenes crecen sin dignidad».

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En su respuesta al consultor financiero, Francisco advirtió que el exceso de «competitividad dentro de la empresa es un error porque el espíritu es el de cooperación. La competitividad entre trabajadores mina el espíritu de confianza que debe animar la organización».

La perversión de la palabra mérito

El Papa considera también un error el culto contemporáneo a «la ?meritocracia?, que pervierte la palabra mérito, y legitima la desigualdad. Sucede cuando se consideran los talentos de cada persona como méritos». Esa filosofía lleva incluso a cambiar la actitud ante la pobreza pues «el pobre pasa a ser considerado sin mérito y, por lo tanto, culpable».

En el extremo contrario, la patología del consumismo pervierte la vida de las personas y los países. Según Francisco, «el trabajo es el centro de todo pacto social. No un mero sistema para poder consumir».

El programa del Papa en Génova, a donde llegó a las ocho de la mañana del sábado en avión desde Roma, ha incluido un encuentro en la catedral con los sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos participantes en actividades pastorales.

Fue otro diálogo a corazón abierto, respondiendo a sus preguntas con toda claridad -a veces incómoda- y de un modo muy realista, fruto de toda una vida de servicio sacerdotal y de predilección por las personas necesitadas.

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