El macabro cuaderno de asesinatos y extorsiones de «Paco el loco»

El «Señor Lobo» que fue detenido hace unas semanas por volatilizar el cuerpo de un joven toxicómano en el mes[…]

El «Señor Lobo» que fue detenido hace unas semanas por volatilizar el cuerpo de un joven toxicómano en el mes de agosto disponía de un cuaderno donde apuntaba todas sus fechorías y, además, lo que cobraba por realizarlas. Este descubrimiento por parte de la Policía fue una de las pruebas clave que ayudó a los agentes a resolver el caso del asesinato.

Fue a finales de verano cuando se denunció la desaparición un joven toxicómano, que había muerto de una puñalada tras mantener un riña banal sobre estupefacientes. El agresor no tenía intención de acabar con su vida, por lo que se asustó. Fue por ello por lo que se puso en contacto con Francisco Gomara, alias «Paco el loco», conocido en el submundo madrileño por cobrar todo tipo de deudas madiante el chantaje y hacer desaparecer cadáveres.

Una vez contratado sus servicios, «Paco, el loco» se llevó el cuerpo hasta una finca que tiene en El Pardo donde troceó y quemó hasta tres veces el cuerpo hasta que lo redujo a polvo.

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En el cuaderno que encontró la Policía, por ejemplo, «Paco, el loco» tenía apuntado que iba a cobrar 500 euros por dar una paliza a «Pedro el Coletas». O 10.000 euros «y vida» por ir contra «Fran chivato»... Así decenas de anotaciones que ahora están en poder de la Policía y que pueden ayudar a investigar otros casos sin resolver en Madrid.

La primera denuncia

Las investigaciones comenzaron a raíz de la denuncia que interpuso el hermano de la víctima el 22 de agosto en la comisaría de Puente de Vallecas. Las pesquisas, arduas y minuciosas, condujeron a determinar que se trataba de una desaparición forzada en Rivas, por lo que del caso se hizo cargo la Guardia Civil. Se centraron en el entorno más cercano del finado y descubrieron su relación con el mundo de las drogas. De hecho, la víctima, estuvo tres años en prisión por tráfico.

A través de esos indicios llegaron al supuesto autor. Sus contradicciones le convirtieron en el principal sospechoso. Después, fueron encajando las piezas que condujeron hasta los demás. Identificar a «Paco el loco» no fue fácil: llevaba año y medio utilizando la identidad de un español residente en el Reino Unido. En su casa, situada en López de Hoyos, hallaron un arsenal de armas de fuego y blancas, grilletes, 40 móviles que utilizaba, cambiando las tarjetas y siete walkie-talkies. Además, tenía cámaras que enfocaban el portal y la calle.

«Es un paranoico peligroso que trató de hacernos frente y disparar con una de las tres armas cargadas que tenía preparadas, en concreto, una Colt, utilizada por el ejército de EE.UU. a pesar de que había consumido droga y de que eran las seis de la mañana», precisaron los investigadores. La sorpresa de los agentes fue, además de las armas están analizando para ver si han sido utilizadas, descubrir sus turbios negocios reflejados en una libreta con anotaciones inquietantes sobre las deudas contraídas por su clientela con distintos motes y cantidades.

Un cartel revelador

Además, este personaje tenía colgado en su casa un cartel de lo más elocuente que resume a la perfección el caso esclarecido por la Policía Judicial: «Dos no discuten si uno desaparece... en extrañas circunstancias».

Por su parte, el presunto criminal llegó a pintar hasta en dos ocasiones algunas dependencias del piso de Rivas, en un intento de borrar cualquier resto biológico. También llevó a una finca de Serracines (Madrid) muebles y ropa que podrían incriminarle. Ha sido condenado dos veces y tiene antecedentes por extorsión, allanamiento de morada, coacciones y lesiones.

Las cuatro detenciones se produjeron entre diciembre y febrero pasado. El primero en caer fue J. C., el supuesto homicida, a mediados de diciembre. El 15 de febrero, cazaron al más escurridizo, «Paco el loco»; el 19, la mujer y el 23 el compañero de piso del presunto autor material.

Los restos de sangre hallados en el piso de Rivas por los perros de la Unidad Cinológica de la Guardia Civil, en la moqueta del coche en el que fue trasladado el cadáver y en los objetos de Serracines, cotejados con el ADN de los familiares del difunto, confirmaron que pertenecían a la víctima. A pesar de que no había cadáver, convertido en polvo, las pruebas no se las llevó el viento.

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