Doctor «matasanos»
Hablar de autónomos es hablar de una historia de valentía continuada y esfuerzo laboral sin límites. Y en España, más[…]
Hablar de autónomos es hablar de una historia de valentía continuada y esfuerzo laboral sin límites. Y en España, más aún si cabe. Son la apuesta por el talento de un país que tradicional e históricamente tira de este colectivo SIEMPRE, y sistemáticamente, en cuanto cambia el ciclo económico. Sobre todo, para salir de las crisis. Junto a las pymes. Soy, más que estoy, una firme defensora de esta reflexión. Convencida profesa. No en vano, hija y nieta de autónomos españoles del siglo pasado sé de primera mano de lo que hablo. Orgullosísima de serlo.
Pertenezco a una generación que ha visto nacer y morir su juventud -¡divino tesoro!- entre dos crisis. Una generación que pudo prepararse gracias al esfuerzo y talento de la anterior, para poder ejercer por cuenta ajena. Sin jefes. Sin estrecheces. Sin quebraderos de cabeza. Sin caerse y levantarse de nuevo una y mil veces.. A priori. Generación «puente» por haber vivido entre otras dos grandes generaciones: los «baby boomers» -nuestros «papis»-, y los «millennials» -nuestros hijos-. Internacionalmente, la «generación X». Puente que hace de nexo entre unos desconectados prácticamente de la nueva tecnología, pero amantes del autoempleo -en muchos casos, por necesidad, sí-, y los más jóvenes del momento actual, cada vez más enganchados en un mundo que no conciben sin ella.
Y fue en 1977 (otros dicen 1975), cuando nació la última «hornada» de los hoy trabajadores hijos del «babyboom» español, cuyo inicio se sitúa en la década de los 50. Generación perdida, generación de la apatía, o incluso generación Peter Pan. Pero, sobre todo, con el mayor número de autónomos de la historia en España. Pura lógica poblacional. Hoy, tras la que ha sido considerada como la peor crisis global -desde que estallara en verano de 2008-, autónomos y pymes, asfixiados durante años por la situación del país pero remontando números de empleo como jabatos, y tirando de una economía saneada gota a gota de sudor, estaban empezando a ver la luz, pero... llegó el Doctor Sánchez y sus rebajas -¡más bien subidas... en las cotizaciones, justo lo contrario a lo prometido!- y se acabó la racha. Y la cordura.
Al término del primer trimestre de este año -aún Gobierno Rajoy-, en España había 3.273.558 de autónomos, 68.880 más que a diciembre de 2017. Cuatro meses después, con el «asalto» del presidente «okupa», y la sobrevenida incertidumbre por síntomas de nueva desaceleración, el colectivo pierde 22.261 afiliados, superando en 5.763 autónomos la pérdida de julio de 2009, en plena crisis.
Y es que la voracidad fiscal del Gobierno socialista no tiene límites. Ya no respeta ni a los autónomos. Aquellos que hasta hoy mismo como quien dice creaban uno de cada tres empleos en este país. Que levantan España siempre que cae. Colectivo que engloba a la generación con el mayor número de mujeres y hombres de la historia y sus hijos emprendedores. Los mejores preparados de la historia. Futuros pensionistas sin rédito. Nefasta e injusta decisión, Doctor «matasanos» Sánchez.