Cómo se entrenan los auténticos «Campeones» en España

El éxito de la película «Campeones», de Javier Fesser, se vive cada fin de semana en los pabellones de media[…]

El éxito de la película «Campeones», de Javier Fesser, se vive cada fin de semana en los pabellones de media España. En Madrid, la Liga Femaddi (Federación Madrileña de Deportes para Discapacitados Intelectuales) congrega a más de 400 jugadores con diferentes capacidades en tres categorías: oro, plata y bronce. Ganan, pierden, compiten, se esfuerzan, celebran las victorias, asumen las derrotas, conviven, aprenden, viven un deporte y, lo más importante, son parte de un todo.

«La película refleja muy bien lo que ocurre en un equipo de baloncesto inclusivo. Aunque comprimido en el tiempo. Yo venía de entrenar a jugadores sin discapacidad y el choque cuando empiezas es igual a lo que le ocurre a Javier Gutiérrez» (el actor que hace de entrenador en la cinta), cuenta Sergio Temprano a ABC, entrenador de la Fundación Estudiantes. Un proyecto que comenzó hace once años y que acoge a 220 deportistas.

«Nos gusta que sean jugadores de baloncesto de la cantera de Movistar Estudiantes de pleno derecho, con todos sus derechos y deberes», indica María Luisa González-Bueno, directora general de la Fundación Estudiantes. «Enseguida te das cuenta de que tienes que enseñar técnicas de baloncesto, pero adaptándolo a determinadas atenciones individuales. Cuando explicas un ejercicio hay uno que más o menos te ha entendido, otros tres que no y otros que ni siquiera te están mirando. Así que adaptas todo lo que sabes a todo lo que saben, para llegar a hacer el ejercicio con el tiempo», indica el entrenador.


El director Javier Fesser se empapó durante tres años de los hábitos y modos de la discapacidad en el deporte
El director Javier Fesser se empapó durante tres años de los hábitos y modos de la discapacidad en el deporte - ABC

Suscribe cada palabra Marcos Herrera, quien también se siente identificado con el personaje que Fesser escogió para Gutiérrez. «Incluso le llamó Marco, como yo», se jacta. Y eso a pesar de que cuando le llamó el director del filme él ni siquiera sabía quién era. Herrero, director del club deportivo de la Fundación A la Par desde el año 2000, asesoró al director en cada movimiento. «Fesser se empapó de todo: durante meses preguntaba cómo actuaban los árbitros, los deportistas... Lo ha clavado porque se preocupó mucho de conocer cada detalle», comenta. Hay escenas en la que Herrero reconoce sus palabras al cineasta: «Le comenté cómo entrenando yo a un equipo de hockey, le pedí a Cristina un palo, y me trajo un palo de la calle».

Fesser organizó un casting en varias entidades. Estuvo casi cuatro semanas en la sede de la Fundación A la Par, que preside Almudena Martorell. De esa prueba, y de los mimbres de esta entidad volcada con la discapacidad intelectual, salió convertido en actor Stefan López.

Stefan, en el reparto

«Entrenador.... ¡abrazo!». Es lo que Stefan recrea en la película y lo que hace en la vida real. No estaba interpretando un papel, «aunque en el directo todo puede cambiar», bromea Marcos Herrero. Stefan tiene 21 años y nació en Bulgaria. Adoptado en España, padece una discapacidad intelectual moderada, pero con capacidad de lenguaje mermada. Emite mensajes muy cortos. Tiene grandes virtudes, como la de escribir cuentos, y la de girar el balón (y frutas, y pelotas de tenis...) durante minutos con un solo dedo. La que Fesser explotó en su rodaje.

La directora de la Fundación Estudiantes abunda en que no importa qué capacidades tengan, solo se diferencian en la soltura que puedan tener ?en el caso del baloncesto? con un balón en la pista. «Es una cantera inclusiva. Para nosotros los equipos de discapacidad intelectual no son una labor social unidireccional sino bidireccional: jugamos con la cantera con capacidades diferentes, normalizamos para los demás alumnos. Es la enseñanza y aceptación de la diferencia», subraya González-Bueno. Aunque casi todos empiezan de una forma semejante: con el conocimiento básico de que hay que tirar a canasta. «Al principio es lo que hacen; coger el balón, sin botar ni pasar a nadie, y lanzar. Les tienes que ir guiando muy poco a poco. Yo tengo alumnos con síndrome de Down, esquizofrénicos, que necesitan pañales, autistas? chicas y chicos, desde niños hasta los 45 años. En la liga oro son capaces de jugar con más o menos facilidad. En plata saben algunos conceptos. En bronce están los que acaban de llegar o los que tienen más dificultades de movilidad. Y cada uno es un mundo. Algunos pueden entender y hacer un ejercicio en un mes; con otros estás un año entero. A algunos les puedes exigir más, a otros menos. En la película todo pasa en 90 minutos», sonríe Temprano, ocho años en la Fundación.

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En su caso, su formación va más allá del baloncesto. Con el carné de entrenador tuvo que reaprender a especializar sus conocimientos casi para cada alumno. La Fundación Amás, que también colabora en la cinta de Fesser le formaron y trabajó con un coordinador que le orientó para saber actuar con las determinada discapacidad y en diferentes situaciones: ausencias, ataques epilépticos, esquizofrénicos? Además, desde la propia Femaddi le ofrecieron un curso específico para enseñar deporte, en general, para personas con discapacidad, en particular. No está solo, porque es, dice, imposible trabajar con todos a la vez. A Temprano y su equipo de entrenadores los acompañan voluntarios de diferentes asociaciones. Una labor que subraya de vital importancia para que todos los jugadores puedan ser atendidos y comprueben por sí mismos que avanzan en lo que aprenden.

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«Puedes llegar a tener a un alumno al que le tienes que enseñar a botar la pelota y no puedes hacer que el resto esté haciendo eso porque ya saben», afirma. Un monitor cada tres jugadores, como mucho.

«El deporte es la excusa»

En la Fundación Estudiantes se les trata como a uno más. Forman parte de la cantera del club y llevan la ropa que lucen los jugadores de la Liga Endesa. También se cuelgan las crónicas de los partidos y hay una disciplina que deben cumplir. Es una exigencia, pero también otra lección. «Tienen que vivir lo que es el deporte de verdad. Les da un punto de responsabilidad propia y de equipo. Es un nivel de exigencia que no tenían antes. Que vivan qué significa vestir la camiseta del Estudiantes y el compromiso que tiene eso», reflexiona González-Bueno. «Se nota que muchos están sobreprotegidos, pero eso es igual que sin discapacidad.

Para Marcos Herrero, «el deporte es la excusa. No es el fin, es el medio, logran muchos más beneficios, como la disciplina, estar con iguales y se les enseña lo que significa una experiencia gratificante». En sus palabras se adivina tanto el resultado final de la película, como escenas como la «convivencia en un hotel, los viajes, el cansancio...». Son cosas que refleja la película de las vivencias que adquieren estos chavales en cada competición, relata el director deportivo de A la Par.

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González-Bueno continúa: «El baloncesto les refuerza la autoestima. Tienen que tomar decisiones rápidas, colaborar, y se sienten dentro de la sociedad». «Tienen una rutina que cumplir. Si jugamos en otro pabellón vamos en transporte público: tienen que ser conscientes de que no están aislados del mundo, tienen que pagar su billete y llegar a la hora. Pertenecer a un grupo les hace sentir importantes. O meter canasta y que les aplauda todo el mundo. Hay quienes van a chocar manos con la grada, o se abrazan con el banquillo, a otros se les olvida en cuanto encestan», dice Temprano.

Fesser no dejó de lado el asesoramiento psicológico. Las entidades con las que trabajó codo con codo y que se vuelcan cada día en mejorar la vida de personas con discapacidad intelectual respaldaron cada escena. La superación del trauma de uno de los protagonistas con el agua tiene este sello. «Fesser ha puesto en valor a los equipos que trabajan con el refuerzo positivo de estas personas. Esa escena del agua y el ratón refleja que para llegar al éxito, hay que avanzar, y darles un estímulo positivo. Él vio que aman a los animales y lo usó con el personaje de Juanma para conseguir el logro, de igual modo que usó el deporte como vehículo para ese logro».


Stefan, a la derecha, en su mejor versión, junto al resto de la plantilla
Stefan, a la derecha, en su mejor versión, junto al resto de la plantilla - ABC

Enseñanzas diarias

Los jugadores no son los únicos que aprenden. Los entrenadores asienten. «Tardas mucho en conseguir objetivos, pero los consigues. La felicidad que ellos se llevan a casa, te la llevas tú. Y a veces se van tristes, pero vuelven como si no hubiera pasado nada. Seguimos jugando. Eso me ayuda para las cosas de mi vida. No son tan dramáticos en algunos aspectos. Y se apoyan muchísimo. El que no tiene tanta discapacidad ayuda a otro. No se juzgan. Eso que se explica en la película es real. No valoran que te falta un brazo o no entiendes esto y eres más tonto que yo. Si no lo has entendido se lo explican y ya está. Pero cuando se enfadan también se enfadan, ¿eh? Duplican las emociones. Para lo malo y sobre todo para lo bueno», dice Temprano.

«Ellos son así, como aparecen en la película. Para nosotros lo que se refleja es fantástico. Sé que tenían miedo de cómo lo tomarían los colectivos de discapacidad, pero se involucraron muchísimo con los entrenadores Salva Maldonado y José Ángel Samaniego, Javier Gutiérrez estuvo mucho tiempo con ellos. Aunque, bueno, al final de la película hay un campo atrás espectacular que no se pita», se ríe González-Bueno.

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De acuerdo con el último informe «Olivenza 2017», del Observatorio Estatal de la Discapacidad,
en España hay 1.774.800 personas

con discapacidad en edad activa, un 5,9 % de la población. A dos de cada tres de ellos no se les ofrece un trabajo a pesar de sus (otras) grandes capacidades.


El colegio de Los Álamos, en Vallecas, sede de las instalaciones de la asociación Sí Puedo donde Fesser grabó las competiciones de baloncesto
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JAIME GARCÍA

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