Brexit: Europa quiere acelerar el divorcio para evitar una incertidumbre prolongada

"Es doloroso pero hay que aceptarlo. La desconexión debe hacerse cuanto antes", exigen los líderes tras el triunfo del 'Brexit'

Triste. Hay muy pocos adjetivos que con tan poco sean capaces de decir tantas cosas. Suena rotundo, entrañable. Triste. La todopoderosa e invencible Bruselas amaneció cabizbaja, con una extraña sensación de fracaso y decepción. También de miedo y extraño abatimiento. Ya nada será igual en el club. 'Good bye'. Adiós Europa. Que todo un presidente de la Comisión Europea como Jean-Claude Juncker decida mostrarse vulnerable confesando al mundo que estaba "triste" fue la declaración de derrota más sincera que podía hacerse. Algo había fallado. Ayer no hubo vencedores ni vencidos, sólo derrotados. Sólo queda levantarse y volver a caminar. Comienza la 'operación salvemos Europa'. "Es una situación sin precedentes, pero estaremos unidos en la respuesta", se conjuró el sanedrín comunitario. "Lo que no mata te hace más fuerte", apostilló el presidente del Consejo, Donald Tusk. Si había un día para las grandes frases, ayer era el adecuado. Así fue.

El jueves, cuando el sol bruselense se ponía pasadas las diez de la noche, los 'whatsapp' de altos funcionarios europeos eran relativamente optimistas. "Al final parece que se quedan, pero llevar el acuerdo alcanzado en la cumbre de febrero no será nada fácil", aseguraba un destacado cargo comunitario. El mal menor era llevar a la práctica ese polémico pacto consensuado por los líderes para evitar el temido 'Brexit' y que ahora ha quedado en papel mojado. Nadie esperaba el caos. Y sí, había culpables. Todos los comentarios apuntaban a David Cameron, el gran enemigo de la UE pese liderar la campaña por la permanencia. Ya era demasiado tarde. 'Good bye Europa'.

La gran reunión del cónclave comunitario estaba prevista a las 10.30 horas. Demasiado tarde. El mundo se había paralizado desde las 6 de la mañana y había que salir a lanzar el mensaje que todos querían escuchar. Lo hizo Tusk. Eran las 8.40 horas. "Es una situación muy grave e incluso dramática, pero lo que no mata te hace más fuerte. En nombre de los líderes puedo decir que estamos determinados a mantener nuestra unidad como Veintisiete. Para todos nosotros, la Unión es el marco de nuestro futuro común", zanjó. "Es un momento histórico en el que tenemos que evitar las reacciones histéricas. No habrá un vacío legal. Estamos preparados", recalcó el máximo responsable del Consejo antes de anunciar que el miércoles, en los márgenes de la cumbre de los 28, se reunirán por primera vez los jefes de Estado y de gobierno de los 27. Cameron se quedará fuera. "Out is out", recuerden.

Mensajes a Londres

Antes, a las 8, se reunió la conferencia de presidentes del Parlamento Europeo. No hay que olvidar que será un actor clave en toda la negociación que ahora comienza ya que deberá ratificar el futuro pacto de salida del Reino Unido. Y aquí, la gran coalición entre populares, socialistas y liberales conforma un bloque de enorme solidez. Regalos habrá los justos. Porque si hay una institución donde los euroescépticos y los eurófobobos llevan usando como campo de batalla ésa es la Eurocámara.

La gran cita comenzó pasadas las 10.30 h. en el Berlaymont, en la sede del Ejecutivo comunitario. Estaba Juncker, Tusk, el presidente del Parlamento, Martin Schulz y el primer ministro holandés, Mark Rutte, que ejerce la presidencia de turno de la UE. Ante los medios, sólo salió el presidente de la Comisión. Hay semblantes que dicen más que mil discursos y el de Juncker, un europeísta hasta la médula, era todo un poema. Leyó una breve declaración de cinco párrafos y lo hizo en inglés, para que le entendieran perfectamente al otro lado del Canal de la Mancha.

Nada más empezar, levantó la vista y confesó que "personalmente, era un día muy triste". Luego, continuó leyendo. Despacio, poniendo el énfasis en los mensajes que Europa quería lanzar a Londres. Primero y principal. "No habrá renegociación de lo acordado", advierte el texto firmado por los cuatro. "Out is out", advirtió Juncker la víspera. Fuera es fuera. La frase no es baladí, puesto que la decisión del Gobierno británico de esperar al menos hasta octubre para solicitar la salida hace pensar a más de uno que hay gato encerrado y que es probable que se busquen planes alternativos a la desesperada.

"Lamentamos la decisión pero respetamos la voluntad del pueblo británico. Por muy doloroso que pueda resultar, es necesario empezar el proceso de desconexión lo más rápidamente posible para evitar la incertidumbre", recalcan. Ya nada será como antes y cuanto antes se asuma por todos, mejor. Respecto al futuro encaje legal de Reino Unido, mostraron su deseo de "tenerlo como un socio cercano", pero matizaron que "cualquier acuerdo que se celebre como país tercero tendrá que reflejar los intereses de ambas partes y ser equilibrado en cuanto a derechos y obligaciones". Lo dicho. Nada será igual.

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Pero tan importantes eran los mensajes hacia Londres como los dirigidos a fortalecer una autoestima herida. "La Unión de los 27 Estados miembros continuará para generar crecimiento, incrementar la prosperidad y garantizar un entorno seguro para nuestros ciudadanos", recalcó Juncker. Sólo aceptó dos preguntas. La primera, del eje francoalemán. "Me gustaría una toma de posición muy clara para que el proceso de incertidumbre en el que entramos no dure demasiado", dijo. La segunda, formulada por la BBC, fue sencilla. ¿Es el principio del fin de la UE? "No. Good bye", respondió mientras abandonaba la sala entre aplausos de los muchos funcionarios congregados.

Ayer comenzó la 'operación salvemos Europa'. Fue un día raro, triste.

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