Blanquear la derrota

En la derrota se retratan todos los mediocres: engreídos, soberbios, ignorantes, chabacanos, impertinentes... Cuando Susana Díaz desembarcó en el Hotel[…]

En la derrota se retratan todos los mediocres: engreídos, soberbios, ignorantes, chabacanos, impertinentes... Cuando Susana Díaz desembarcó en el Hotel Ritz en la precampaña de las generales, su falso halo de solidez intelectual encandiló a quienes no la habían tratado nunca porque iba vestida con la estola del triunfo. Ella irrumpió en la política nacional tratando de aparentar una solvencia completamente impostada, haciéndose pasar por la sultana de Andalucía cuando sólo era una niña mimada que había heredado el patrimonio de sus antepasados y que carecía de capacidad y valores para mantenerlo. Susana ha sido la perdición del socialismo andaluz porque se ha creído mejor que sus padres, que fueron quienes construyeron el emporio, y ha dilapidado todo su legado. Suele ocurrir con las terceras generaciones de casi todos los negocios. Díaz no llegó a la política desde la nada, sino desde la cuna. Subió a lo más alto intrigando. Dio más importancia a la fontanería del partido que a su propia formación académica. Y se encaramó al poder en una operación de blanqueo que ha terminando hundiendo al PSOE en su propio paraíso.

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