Banco de España: una cosa es errar y otra cometer ilegalidades

Próximamente, se constituirá en el Congreso una comisión de investigación sobre la crisis bancaria. Y desde mañana comparecen ante el[…]

Próximamente, se constituirá en el Congreso una comisión de investigación sobre la crisis bancaria. Y desde mañana comparecen ante el juez los directivos del Banco de España llamados a declarar en el caso Bankia. Sobre estos temas giran mis reflexiones.

Hay que empezar con los acontecimientos previos que generaron la crisis y maximizaron su intensidad. Algunos factores fueron externos, siendo el más obvio la política monetaria expansiva aplicada por el BCE -inadecuada para España- con tipos de interés demasiado bajos que propiciaron grandes excesos. Pero lo peor fue de responsabilidad exclusiva nuestra. Porque pusimos las bases para que cualquier eventual shock nos llevara por delante, como así sucedió.

Por ejemplo, el crédito bancario al sector privado, tras 30 años situado en el 65/75% del PIB, se fue al entorno del 180% en poco más de 10 años. Una auténtica explosión crediticia, sobre todo entre 2000 y 2007, no frenada por el supervisor y que dio combustible para el boom inmobiliario. Este último tampoco fue contrarrestado por nadie, sino más bien atizado, y basta recordar la ley del suelo de 1998 que multiplicó la construcción. Aunque es justo reconocer que pinchar una burbuja inmobiliaria o crediticia es algo que resulta más fácil decirlo que hacerlo. Porque, cuando se está en ella, no suele haber unanimidad de diagnóstico y, además, favorece a corto plazo al PIB, el empleo, las cuentas públicas, etc?

El otro gran factor interno fue el pésimo gobierno corporativo en la mayoría de las cajas de ahorros, donde políticos regionales y locales de todo signo campaban por sus respetos. Venía de antes, pero los legisladores desaprovecharon la ley financiera de 2002 para poner orden. Fuera de España nadie entendía nuestras cajas de ahorros, su estructura, su expansión fuera de los mercados que conocían bien (los de origen), y su imposibilidad para captar capital bueno (y no preferentes) al no ser sociedades anónimas. Claro, que no por eso los mercados dejaron de financiarlas, incrementando la magnitud del problema y, por cierto, sin sufrir luego ningún coste por el rescate.

Llegamos así a la sequía del mercado interbancario de 2007 y la posterior quiebra de entidades. Una crisis bancaria se puede resolver con dinero (bien) o con tiempo (mal). Aquí, un gobierno se equivocó al elegir el tiempo e intentar minimizar el coste. Y otro gobierno irrumpió luego como elefante en cacharrería generando todavía más desconfianza en el mundo financiero internacional. Entre ambos acabamos abocados al rescate y con un enorme coste.

El Banco de España se encontró con menor capacidad de actuación que en la crisis de los 70,80, 90´s resuelta, aquella sí, de forma satisfactoria. Y, además, el supervisor se vio limitado por las competencias atribuidas a las comunidades autónomas. Sin embargo, aun con estos atenuantes y con la ventaja que da juzgar sabiendo lo que pasó después, hay que decir que la actuación de nuestra autoridad bancaria resultó manifiestamente mejorable. Por ejemplo, permitió que se provisionara en pequeñas dosis en lugar de saneamientos contundentes como se hizo en países anglosajones. Se otorgaron a las entidades «ayudas» carísimas, cuando hacía falta capital sin coste financiero. No hubo suficiente rapidez en el cambio de gestores que debieron ser sustituidos tempranamente. Se confió en los SIP´s propiciando uniones sin futuro (no sólo la de Bankia) y saneando con meros apuntes contables en lugar de dinero fresco, aunque al menos se acotó el problema al reducir el número de grupos bancarios. Por último, el supervisor también tuvo mala suerte, porque todos los servicios de estudios económicos preveían (en mayo de 2011) crecimiento económico para el trienio 2011-13. Eso resultó decisivo para sobrevalorar los activos del sector inmobiliario, ya que la realidad fue que luego hubo una profunda recesión en esos años, por lo que se infraestimaron las necesidades de saneamiento.

Ahora bien, dicho todo esto, conviene recordar algo obvio. El causante de las quiebras bancarias no fue el supervisor sino los gestores de las entidades. Además, debe quedar muy claro que una cosa es que el Banco de España errase en algunas actuaciones, tras considerar toda la información de que disponía en aquel momento, y otra que hubiera ilegalidades. Pretender esto último me parece absolutamente fuera de lugar. Vamos a esperar que los investigados puedan explicar debidamente unos temas que no resultan nada fáciles para los jueces, como por ejemplo la contabilidad bancaria o las previsiones económicas. Y que este episodio se supere pronto sin que la presión mediática tenga más influencia. Aunque el daño institucional (y a las personas) quedará ahí.

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