Así camufla Podemos su plan comunista: oculta su ideología radical

El nacimiento de Podemos y su insistencia por presentarse como un partido «transversal», sin ninguna ideología concreta para que no[…]

El nacimiento de Podemos y su insistencia por presentarse como un partido «transversal», sin ninguna ideología concreta para que no trasluzca su hondo objetivo comunista, responden a una estrategia planificada de antemano por Pablo Iglesias. Surgió con una suerte de «manual de estilo» definido hace más de tres años con un objetivo final: conquistar el poder
, poner en práctica el comunismo y acometer un nuevo «proceso constituyente» que derribe el actual régimen constitucional. Todo ello lo desveló Pablo Iglesias escasos meses antes de que naciera Podemos, en una charla que impartió en Zaragoza en unas jornadas de las Juventudes Comunistas. Una de sus máximas en este arte del camuflaje de la izquierda radical es, en palabras del propio Iglesias, «llevar a nuestro lado lo que a todo el mundo le parece bien». Populismo instrumental.

Ocultar la ideología radical de izquierdas es primordial para ganar votos. ¿Cómo? Ante todo, c
uidando mucho el lenguaje, evitar presentarse ante el público como comunistas para no generar rechazo social. Tiene una razón de peso: solo el 2,4% del electorado se declara comunista.

Maniobrar con el lenguaje

«Hay palabras que tienen una carga valorativa positiva y palabras que tienen una carga valorativa negativa», apuntaba Iglesias en aquella charla. Y, siguiendo esa lógica, proponía ocultar que el objetivo del comunismo es «la dictadura del proletariado». Mejor presentarse como demócratas, porque «mola» más. «La palabra dictadura no mola, aunque sea dictadura del proletariado. Eso no vende, aunque podamos teorizar que es la máxima expresión de la democracia en la medida en que aspira a anular unas relaciones de clase injustas». Sin embargo -continuaba en su aleccionamiento ante jóvenes comunistas-, «la palabra democracia mola, por lo tanto habrá que disputársela al enemigo cuando hagamos política».

Lo mismo con el concepto de patria y de patriotismo, hacer ver que sus propuestas son propias de un «patriota». Puso un ejemplo de cómo aplicar esta fórmula de imagen: atacar a la banca y explotar el discurso a favor de las víctimas de desahucios sin declarar que se hace «porque soy comunista», sino «porque soy patriota».

Otra máxima puesta en práctica por Podemos consiste en tejer alianzas con nacionalistas. Es una cuestión de imagen para alcanzar el poder, para incidir en «elementos de agregación capaces de que estén en nuestro campo político quienes no lo han estado».

La clave es sumar votantes, porque el gran objetivo es alcanzar el poder para aplicar luego las tesis comunistas: «Asumir el elemento nacional como una de las claves agregadoras más importantes». Para quienes desde la militancia marxista temieran que tanto camuflaje suponga renunciar a las tesis de la izquierda radical, Iglesias lo dejaba claro en Zaragoza en marzo de 2013: que no temieran, era mera estrategia en aras de la gran meta. «Yo no he dejado de autoproclamarme comunista nunca», pero «ser comunista es algo mucho más importante que decirlo. Es una praxis; a veces decirlo te puede ayudar, y a veces no».

Hay que hacer ver que son un partido «ni de izquierdas ni de derechas», indefinido y, por ende, capaz de ser votado por cualquiera. A eso responde la machacona práctica de Podemos de utilizar el término «partido transversal». Otra herramienta es inocular el activismo político en todos los ámbitos sociales posibles, en la televisión, por supuesto, y a pie de calle.

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