Sanidad e INSS colaboran en la detección de patologías laborales por amianto

La consejera de Sanidad, María Luisa Real, y la directora del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) en Cantabria,[…]

La consejera de Sanidad, María Luisa Real, y la directora del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) en Cantabria, Eva Suárez Méndez, se han reunido hoy para analizar la colaboración en actuaciones como la detección, evaluación y seguimiento de trabajadores con patologías por amianto.

El objetivo es conocer el número de trabajadores que, en algún momento de su vida laboral, hayan podido estar expuestos a las fibras de amianto y el de empresas que han utilizado este material en Cantabria, según ha informado el Gobierno regional en un comunicado.

Real y Suárez han coincidido en señalar que esta colaboración debe permitir aflorar muchas patologías que, hoy en día, se están diagnosticando a personas activas o jubiladas como enfermedades comunes, cuando en realidad son enfermedades profesionales originadas por la exposición al amianto.

El amianto o asbesto, conocido comúnmente como uralita, es un componente del fibrocemento, un material muy utilizado en España durante el siglo pasado, sobre todo en la construcción.

Está compuesto de fibras microscópicas que no se disuelven en agua ni se evaporan, son resistentes al calor, al fuego y a la degradación química o biológica.

A pesar de estar prohibido desde el año 2001, en cualquiera de sus formas y para cualquier aplicación, esta sustancia está presente en unos 3.600 productos de la industria moderna y, por tanto, son muchos los sectores de actividad en los que los trabajadores pueden estar expuestos a fibras de amianto.

El amianto se convierte en una sustancia potencialmente peligrosa cuando el contacto es prolongado y se manipula el material, de manera que las fibras pasan al aire y son fácilmente respirables.

Esto sucede en derribos, trabajos como el corte, taladro, rotura o cuando el material está muy envejecido.

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El amianto está calificado como agente carcinógeno y puede provocar asbestosis (fibrosis pulmonar), afecciones fibrosantes de la pleura y pericardio, la neoplasia maligna de bronquio y de pulmón, el mesotelioma pleural, el mesotelioma peritoneal, y cáncer de laringe, entre otras patologías.

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