Quiebra y desaparece Blanco, la tienda que vistió a una generación

Cuando Bernardo Blanco Solana pidió un crédito al banco de 50.000 pesetas hace más de medio siglo, es posible que[…]

Cuando Bernardo Blanco Solana pidió un crédito al banco de 50.000 pesetas hace más de medio siglo, es posible que ni él mismo supiera que estaba poniendo la primera piedra de un imperio. Natural de Beranga (Cantabria), Blanco era el mayor de seis hermanos en una familia dedicada a la actividad ganadera. Tras estudiar una carrera como profesor mercantil se convirtió en emprendedor: en 1960 Blanco abría su primera tienda. Su fundador apenas tenía 23 años.

El «boom» fue inmediato. La firma se instaló en Bilbao, una ciudad que lideraba junto a Madrid y Barcelona el desarrollo industrial de la época. Desde un primer momento, Blanco consiguió atraer a una generación joven y se convirtió en una firma innovadora «made in» España. Antes que Inditex y Mango, Blanco puso las bases para la renovación del sector textil nacional.

Una década después de su puesta en marcha llegó su salto a la capital. La primera tienda de Blanco en Madrid se situó en la exclusiva calle Velazquez y revolucionó las tendencias de la época. Durante los años siguientes se abrió cambio el Blanco más transgresor. Los escaparates se llenaron de estampados de leopardo y hombreras; la «Movida» había llegado a Madrid.

Fue el pistoletazo de salida a los años dorados de Blanco. La cadena registró un importante crecimiento en las décadas siguientes, consiguió adaptarse al «fast-fashion» impuesto por sus competidores y se convirtió en uno de los grandes gigantes del sector textil español. Nueva York, Londres, París... la empresa llegó a estar presente en 23 mercados y alcanzó las 200 tiendas. Fruto de esta fructuosa internacionalización, la firma añadió la palabra «Suite» a su característico nombre. La empresa miraba a nuevos horizontes. Entonces llegó la crisis.

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La compañía cambió de manos. Aquejado de una grave enfermedad, Bernardo dio el relevo a su hijo (Bernardo Blanco Moreno). En 2012 el fundador de la firma falleció en Madrid a los setenta y cinco años. Ese año las pérdidas fueron de 33 millones de euros; el siguiente, la compañía entró en concurso de acreedores.

«Debido a la gravedad de los problemas económicos y financieros que padece desde que comenzó la crisis económica en España y tras meses de duro trabajo tratando de superar esta situación, Blanco se ha visto obligada a solicitar la declaración del concurso voluntario de acreedores de las sociedades que forman el grupo». Era junio de 2013. Los problemas de liquidez originados por la recesión se materializaron en un concurso de acreedores en una compañía que, hasta ese momento, contaba con 3.000 trabajadores en plantilla.

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