¿Qué hizo la ciudad belga de Charleroi para hacer frente a la fuga de Caterpillar?
En el otoño de 2016, la multinacional estadounidense Caterpillar tomó la decisión de cerrar su planta industrial de Charleroi, al[…]
En el otoño de 2016, la multinacional estadounidense Caterpillar tomó la decisión de cerrar su planta industrial de Charleroi, al sur de Bruselas (Bélgica), lo que condenó al paro a más de 2.200 trabajadores. El problema suena muy parecido, por no decir idéntico, a lo que ha sucedido en España con otro gigante de Wall Street, Alcoa, que acaba de anunciar el cierre de sus plantas en Avilés y A Coruña, lo que dejará en la calle a casi 700 trabajadores. Las cifras cambian pero las motivaciones de ambos grupos estadounidenses son las mismas. Les es más rentable producir en otro sitio. Más allá del drama que esto supone para el tejido industrial, la pequeña ciudad belga, muy conocida por ser base aeroportuaria de las compañías líderes en vuelos 'low cost', ha sido capaz de convertir las amenazas en oportunidades, y en apenas dos años, no solo ha compensado la mitad de los empleos perdidos, sino que apunta a una fuerte generación de empleo durante los próximos siete años.
Con una población de 200.000 habitantes, que alcanza el medio millón en su área metropolitana, la fuga de Caterpillar fue un drama en toda regla para Charleroi, "una decisión brutal y un drama social", como calificó en su momento el primer ministro belga, Charles Michel. Sin embargo, las autoridades decidieron pasar a la acción y diseñaron el plan 'Catch Charleroi', un ambicioso proyecto concebido para acelerar la regeneración económica de la región y estimular la creación de empleo de alto valor añadido. "Lo mejor es intentar convertir una catástrofe de estas dimensiones en una oportunidad, intentando que los políticos de diferentes partidos se comprometan en el desarrollo de un proyecto de negocio junto con los empresarios y los centros de formación", explica a Finanzas.com, en el transcurso de un encuentro con la prensa internacional, Thomas Dermine, responsable de la unidad de implementación del plan.
El objetivo del plan 'Catch Charleroi' pasa por crear entre 6.000 y 8.000 puestos de trabajo para el año 2025, ubicados en el área metropolitana de la ciudad, de manera que se estimule al mismo tiempo la formación, a fin de que la mayor parte de estos empleos sean ocupados por trabajadores locales. De momento, la creación ronda los 1.500 puestos de trabajo, más de la mitad de todos los perdidos con la huida de Caterpillar. Más allá de las protestas y el natural drama que supone la huida de este gigante, los gestores tuvieron claro desde el principio que si habían sido capaces de crear empleo de forma sostenida durante los años precedentes, también tendrían que ser lo suficientemente hábiles para repetir esta fórmula en el futuro. "Se trató de identificar las industrias que iban a ser más competitivas en el futuro y entre todos, lograr el desplazamiento a estas empresas", dice Dermine, para lo cual había que potenciar la formación, ya que como recuerda este experto, "la inversión en capital humano es una fuente muy importante de productividad".
De este modo, los expertos identificaron cuatro sectores clave para la economía de Charleroi, manufacturas avanzadas, aeropuertos y logística, salud y biotecnología y creación digital, en los cuales decidieron centrar sus esfuerzos. La realidad es que hay un sector industrial envejecido por un lado, y por otro están los sectores emergentes, aquellos hacia dónde se ha dirigido la transición. Esto pasa necesariamente por potenciar la formación y lograr el trasvase de empleos menos cualificados hasta lo puestos de trabajo que exigen más formación. De hecho, estos cuatro ejes representan el 25% del empleo de la ciudad, además de que concentran a las empresas más grandes de la región. Y para potenciarlos se han implicado más de 100 interlocutores, desde políticos hasta inversores, pasando por empresas, hospitales y centros de formación.
Evidentemente, para arrancar con todo esto ha hecho falta dinero, y cualquier fuente de capital ha sido bienvenida, aunque la prioridad ha pasado por encontrar inversores, más que subsidios para que se establezcan nuevas empresas, pues una vez agotados los fondos, estas compañías siempre suelen tener una tendencia natural hacia la fuga.
Para entender cómo funciona este plan, baste un ejemplo. Durante los procesos de selección, los responsables del plan detectaron que había una importante falta de ingenieros electrónicos, por lo que en colaboración con distintas compañías privadas (como Thales o Alstom) y algunas universidades belgas, el próximo mes de enero Charleroi contará con una nueva carrera universitaria en esta especialidad. Actualmente, hay 250 vacantes para este perfil, por lo que la idea es formar directamente a los titulados que ocuparán estos empleos.
En el área de infraestructuras aeroportuarias, la intención es reducir cada vez más la dependencia de Ryanair y hacer de Charleroi un 'hub' o centro para vuelos de medio y largo recorrido. Para ello, los gestores del plan están a la espera de recibir la licencia de obras para ampliar la pista de aterrizaje del aeropuerto, de manera que pueda servir de base para vuelos con América y Asia, a través de una inversión de 39 millones de euros con la que se crearán 1.500 empleos directos e indirectos. Además, este verano ha iniciado sus operaciones en Charleroi la nueva aerolínea Air Belgium, cuya presencia generará 600 puestos de trabajo directos e indirectos.
Otro de los puntales es salud y biotecnología, un sector lleno de oportunidades a futuro, cuyo desarrollo se ha acelerado con la construcción de un parque biotecnológico en los antiguos terrenos de Caterpillar. La primera piedra se puso con dinero público, con los 35 millones de euros que destinó el gobierno regional de Valonia para la construcción de un nuevo edificio de biotecnología que duplica la capacidad de este 'Biopark' y el número de puestos de trabajo. Y a partir de aquí han comenzado a llegar inversores privados, empresas que, una vez establecidas, han acometido ampliaciones de capital para expandir su actividad y generar más empleo. Es el caso de Bone Therapeutics (19,4 millones de capital ampliado), Univercells (18,4 millones), Iteos (64 millones) o Chromacure (17 millones). En apenas dos años, con todas estas iniciativas, Charleroi ha recuperado prácticamente la mitad de los empleos perdidos tras la fuga de Caterpillar.
¿Queda alguna lección positiva que extraer para hacer frente a la huida de Alcoa?
Para Thomas Dermine, está claro que hay que apostar por el capital humano, por los empleos de alta productividad y elevado valor añadido. Aunque claro, siempre hace falta una chispa que prenda la mecha, es decir, una inyección de dinero público para echar a andar, lo que en el caso de Charleroi se consiguió gracias a las aportaciones de fondos regionales, federales y europeos.
En este sentido, Dermine señala la importancia del conocido como Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización, que es una partida de fondos específica para casos especiales en los que cierran factorías, como ha sucedido en España. "Estos fondos permiten a los estados miembros acceder a fondos para financiar formación y educación que permita a los trabajadores acceder a empleos en nuevas industrias", apunta este experto. La cantidad a la que se puede acceder es variable pero es una cifra significativa. "Usamos estos fondos en el caso de Caterpillar y fueron muy eficientes, en el sentido de poder transformar y certificar las capacidades de los trabajadores, lo que permitió ofrecer formación muy intensiva para las nuevas industrias, y que los trabajadores encontraran un nuevo empleo", remacha Dermine.