El Lago del Cielo, la última frontera no militar de Corea del Norte
El Lago del Cielo, situado en el cráter del volcán Changbai, es el único punto en el que cualquier persona[…]
El Lago del Cielo, situado en el cráter del volcán Changbai, es el único punto en el que cualquier persona puede pisar libremente el suelo norcoreano sin miedo a las minas antipersonales o a las patrullas fronterizas.
Un hito de piedra señala a los visitantes la línea divisoria entre China y Corea del Norte, pero no hay ningún tipo de vigilancia militar en la zona. Los más atrevidos pueden poner el pie en el país más hermético del mundo y tacharlo de su lista de lugares por visitar.
Este peculiar enclave fronterizo está situado en la parte sur del Lago del Cielo -Tianchi, en chino-, el punto más importante de un parque natural perteneciente a la provincia nororiental china de Jilin que, pese a las temperaturas que rondan los 30 grados negativos en enero, se ha consolidado como atracción turística.
Aunque la mayor parte de los visitantes acuda en primavera y verano, los meses invernales también registran gran actividad.
De hecho, los turistas deben esperar largas colas para conseguir sitio en uno de los todoterrenos que los llevan hasta la cima del Changbai por una serpenteante y angosta carretera en la que la ventisca no deja ver mucho más allá del capó.
Esta montaña, cuyo nombre en chino significa "siempre blanca", se eleva 2.603 metros sobre el nivel del mar.
En coreano, su nombre es Paektu ("cabeza blanca") y, según la propaganda de Corea del Norte, es el lugar de nacimiento de Kim Il-Sung, el fundador de este país y de la ideología Juché ("autosuficiencia"), la versión norcoreana del comunismo.
De hecho, este volcán está considerado en las culturas coreana y manchú -la minoría étnica más populosa de China- como el lugar de origen de sus pueblos.
Las gélidas ráfagas de viento azotan a los turistas que se agolpan en la orilla occidental de este lago de cráter, que aprovechan los escasos minutos que las bajísimas temperaturas permiten estar en el exterior para sacar el mayor número de fotografías posible.
"¡No había tenido tanto frío en mi vida!", exclama Wang, uno de los muchos turistas locales que se sacan selfis con premura para volver lo antes posible a la calidez del centro de visitantes, que hace las veces de refugio.
Sorprendentemente, entre todos los turistas chinos hay un coreano, aunque del sur.
"Me siento extraño", explica a Efe este joven de 26 años, apellidado Chu. Aunque en esta época del año las condicionas climatológicas imposibilitan el acceso a la línea fronteriza, él asegura que no se atrevería a cruzarla, "por si acaso".
No es difícil encontrar un rastro de la influencia de la cultura coreana en esta región del noreste de China y simplemente echando un vistazo a los carteles en las carreteras, restaurantes y tiendas se puede comprobar cómo prácticamente todo está escrito en mandarín y hangul, alfabeto oficial en las dos Coreas.
La belleza del lago congelado se entremezcla con el misterio que destila la orilla de enfrente. "Me pregunto qué habrá en el otro lado", dice otro de los turistas, llamado Chen.
Pese a que los chinos tienen más facilidades para entrar en Corea del Norte, la mayoría de viajes organizados probablemente no pasarán por Samjiyon, situada al pie de la montaña en la parte norcoreana.
En el lado chino de la frontera, el pueblo de Erdao disfruta de gran actividad gracias a su cercanía al parque natural. El turismo ha activado la economía local y no es difícil encontrar restaurantes y hoteles, hasta algunos de cinco estrellas, que aprovecharon las aguas termales del Changbai para construir balnearios.
Y es que, al contrario que la mayoría de ríos de la región, que permanecen totalmente congelados en los meses de invierno, las calientes aguas del volcán durmiente se abren paso entre la gruesa capa de nieve y fluyen a temperaturas de hasta 80ºC, llegando a alcanzar una diferencia de más de 100 grados con el gélido exterior.
Algunos vendedores cuecen mazorcas de maíz y huevos en el agua de los arroyos, mientras que otros prefieren llevarse recuerdos con fotos del Tianchi o algo más exótico, como una colección de diferentes billetes norcoreanos que cuesta 30 yuanes (poco más de 4 euros).
Sea por su cercanía a la nación más misteriosa del mundo o por su belleza natural, lo cierto es que el largo viaje -unas 8 horas en autobús desde Changchun, la capital regional- y el frío extremo no consiguen disipar el buen sabor de boca que deja la breve pero intensa visita al monte Changbai, la última frontera pacífica de Corea del Norte.
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