China baja el ritmo

Beijing reduce los objetivos de crecimiento económico y descarta un «gran paquete de medidas de estímulo»

China tiene que prepararse para una «dura batalla económica», en palabras del primer ministro Li Keqiang. Es una batalla que se va a librar principalmente en dos frentes. El presidente Trump exige que Beijing reduzca su apoyo a las compañías estatales o tendrán que enfrentarse a aranceles constantes. Y en el gigante asiático, por su parte, el Gobierno tiene que encontrar la forma de ayudar a las compañías privadas en apuros, sin aumentar la ya de por si ingente deuda china.

El plan para capear este temporal se expuso en la presentación del Informe de Trabajo del Gobierno, un ritual que marca el inicio de la sesión legislativa de 10 días en China. En su discurso del pasado 5 de marzo ante la Asamblea Popular Nacional, Li, el principal responsable de economía del país, se dio a sí mismo y a su jefe, el presidente Xi Jinping, cierto margen de maniobra al establecer el objetivo de crecimiento económico para 2019 entre el 6 y el 6,5 por ciento, por debajo del objetivo del año pasado de en torno al 6,5 por ciento.

La aceptación por parte de los responsables políticos chinos de la inexorable desaceleración de la economía (el límite inferior del rango objetivo supondría la menor expansión en casi tres décadas) recibió una buena aceptación por parte de los economistas que advierten que una velocidad superior requeriría un estímulo excesivo y amenazaría la estabilidad financiera a largo plazo del país. En su día, el Gobierno chino habría respondido a las adversidades disparando el gasto en construir carreteras, ferrocarriles y cualquier otra cosa que pudiera hacer mantener el crecimiento por encima del 10 por ciento. China «evitará recurrir a avalanchas de medidas de estímulo», declaró Li en su discurso.

El plan de Li dejó muy claro que la política fiscal pasará a ser un factor más importante el año que viene. En su informe se esbozaron recortes de impuestos por valor de casi 2 billones de yuanes (298.000 millones de dólares) y se prometieron futuras rebajas. El objetivo de déficit presupuestario para 2019 se incrementó hasta el 2,8 por ciento del producto interior bruto, desde el objetivo del año pasado del 2,6 por ciento. «Es un buen empujón fiscal», afirma Michael Spencer, responsable global de Deutsche Bank AG. «Hay reticencias a la hora de abrir el grifo de las infraestructuras si no es necesario». 

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Un futuro complicado

Li advirtió que China se enfrenta este año a una coyuntura económica más complicada. A pesar de los informes que apuntan que EE.UU. y China están a punto de anunciar un armisticio en su guerra comercial, es probable que no se retiren de golpe los aranceles estadounidenses a la importación por valor de 250.000 millones de dólares. Parte de la presión a la que se enfrentan las empresas chinas es de cosecha propia. Muchos se quejan de que no han tenido acceso al crédito desde que el gobierno comenzó a tomar medidas energéticas contra los llamados bancos a la sombra en 2017. Los responsables políticos han tomado medidas para aumentar el volumen de crédito disponible reduciendo los fondos que deben reservar los bancos y presionando a las instituciones para fomentar la concesión de crédito. Sin embargo, con una deuda total cercana al 300 por ciento del PIB, se muestran reacios a abrir completamente el grifo.

La facilidad con la que la segunda economía del planeta pueda sortear las dificultades tiene grandes implicaciones para el resto del mundo. Con la desaceleración del crecimiento de Europa y la prolongada expansión de EE.UU. en entredicho, una recesión más dura en el gigante asiático sería una mala noticia para la economía mundial y un auténtico problema para los países asiáticos que forman parte de su cadena de suministro. 

Por el momento, los responsables políticos se centran en gestionar la prolongada desaceleración del país con respecto a las tasas de crecimiento de dos dígitos de principios de la década de 2000. Los economistas consultados por Bloomberg consideran que el crecimiento de la producción se ralentizará este año hasta el 6,2 por ciento, desde el 6,6 por ciento de 2018, y seguirá cayendo en 2020 y 2021.

Aumenta el endeudamiento

El informe de Li prometía una «notable reducción» de la carga fiscal para los principales sectores. En un movimiento que beneficia al sector manufacturero, el tramo superior del IVA, que ahora se establece en el 16 por ciento, se rebajará en 3 puntos porcentuales, mientras que el tramo del 10 por ciento se rebajará en un punto. En conjunto, las rebajas del IVA supondrán un total de 800.000 millones de yuanes e impulsarán los beneficios de las empresas, según Morgan Stanley. El plan de Li fijó el objetivo de mantener el ratio de endeudamiento «básicamente estable» en 2019, algo que muchos consideran imposible. Pauline Loong, directora ejecutiva en la compañía de investigación Asia-Analytica, de Hong Kong, afirma que la conclusión que extrae de la declaración de Li es que el endeudamiento queda «definitivamente fuera de juego». 

Los últimos datos demuestran que el endeudamiento está aumentando prácticamente en todas partes, desde el crédito bancario hasta las cuentas de trading con apalancamiento en brokers. Los créditos bancarios aumentaron en enero en un volumen récord, y la financiación fuera del balance aumentó por primera vez en 11 meses.
A diferencia de años anteriores, el informe de Li no estableció objetivos de crecimiento de las ventas minoristas ni de inversión en renta fija. Fuentes oficiales insisten en que la política monetaria seguirá en modo «prudente», al tiempo que presagian nuevas rebajas en los coeficientes de reserva de los bancos pequeños.

Se comenta que los negociadores de Estados Unidos y China están a punto de concluir un acuerdo comercial que podría acabar con la mayoría o incluso la totalidad de los aranceles estadounidenses, siempre que Beijing cumpla con su promesa de reforzar la protección de los derechos de propiedad intelectual y aumentar sus compras de productos estadounidenses. Así se disiparía el nubarrón que se cierne sobre la economía y Li no tendría que recurrir tanto a medidas de estímulo para fomentar el crecimiento. 

«El objetivo del gobierno de fomentar un crecimiento más sostenible reduciendo los riesgos fiscales no se ha dejado de lado, pero será un viaje lento», afirma Katrina Ell, economista en Moody's Analytics, Sydney. «Habrá que ver si se mantiene la confianza en la capacidad de Beijing para hacerlo, a la vista de la vía menos agresiva que está emprendiendo».

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