Los «Learning Gypsies», o cómo recorrer 26 países y hacer del mundo un colegio

La familia Escudero-Swayne, compuesta por los padres Hazel e Iñaki, sus tres hijos menores, Alani, Amaia e Iker, y la[…]

La familia Escudero-Swayne, compuesta por los padres Hazel e Iñaki, sus tres hijos menores, Alani, Amaia e Iker, y la abuela Julia se hacen llamar los «Learning Gypsies», y en los últimos 847 días han recorrido 295.000 kilómetros, han estado en 26 países, en 67 ciudades y han visitado 65 centros educativos. Tras un largo periodo de reflexión, donde Hazel e Iñaki se preguntaron incluso si no eran demasiado mayores para dejarlo todo y viajar por el mundo con toda la familia a cuestas, hace dos años decidieron dar un giro en su vida e iniciar un viaje de «descubrimiento educativo».

Trazaron su plan, hicieron el equipaje (que en todo este tiempo han reducido a dos tercios), y abandonaron Brooklyn (Nueva York, Estados Unidos), la ciudad donde llevaban viviendo desde 1991. También dejaron atrás sus trabajos como creativos publicitarios, con jornadas interminables, y pasaron a vivir de sus trabajos a distancia para Hyper Island, una escuela sueca de creatividad y negocios.

Su objetivo era (y sigue siendo, porque este viaje no ha terminado) conocer los avances y los métodos pedagógicos que utilizan en el resto del mundo. «Los sistemas educativos no están cambiando a la velocidad del resto de la sociedad, existe un cambio de intereses y no puede ser que educamos igual que hace 30 años, cuando mi mujer y yo estudiábamos», señala Iñaki. «Siempre hay varios detonantes para un cambio de vida así. En nuestro caso, llevábamos tiempo leyendo y cuestionándonos el actual sistema educativo, y constatando que existían otros marcos de referencia, distintos e innovadores, que merecía la pena conocer», concluye.

Este fue el motivo que les animó a viajar por todo el mundo y empezar a hacer «worldschooling», es decir, «educar fuera de las aulas. Sus premisas para elegir destino eran básicamente tres:Definir la ciudad a visitar en función del destino que les marcaba el trabajo; visitar escuelas de interés y vivir una experiencia compartida los seis integrantes de la familia. «La vez que más tiempo hemos estado en un país eran tres semanas, la que menos, una semana y media. Nos hemos hecho expertos en hacer de cualquier sitio nuestro hogar. Yno ha sido fácil. Hay que tener en cuenta que nuestra hija mayor tiene una alergia severa a la leche, que nos hace viajar con adrenalina. Aterrizábamos, localizábamos el supermercado, el hospital más cercano por si acaso... Y aun así, todas las dificultades han merecido la pena», explica Hazel.

Publicidad

Los aprendizajes

Para esta pareja, el aprendizaje de sus hijos comenzó en el mismo momento de la despedida de sus amigos en Nueva York. «Fue muy emotivo. Allí mismo nos dimos cuenta de cómo los niños adquieren hasta nuestro bagaje emocional», apunta esta madre. Después, gracias al modelo de «home-schooling» seguido, «hemos favorecido su autonomía, su determinación, su participación... todas ellas capacidades fundamentales en el mundo laboral de hoy en día».

Pero para conseguir lograr estos aprendizajes, indica Iñaki, «hemos tenido que desaprender lo que sabíamos». «Empezamos de cero. Tabla rasa. Seguimos el curriculum norteamericano a través de una plataforma, donde los niños llevan a cabo sus actividades y sus exámenes de forma telemática, pero también buscamos apoyar su conocimiento en otros dos pilares, el primero, que trabajen proyectos reales, que ellos mismos crean, y el segundo, contextualizar su aprendizaje. Es decir, aprovechamos para aprender matemáticas con las pirámides de CHicénItza, en México».

Durante este tiempo, la familia ha aprendido que «para que los niños sean activos y participen en el proceso de convertirse en alguien útil y que aporte a la sociedad, hay que respetarles y no robarles la capacidad de aprender, que han nacido con ella. No hay que ver solo las capacidades que adquieren, sino respetar todo el proceso de aprendizaje. No puedo obligar a aprender, pero si puedo hacer que se enamoren de aprender. De hecho, pensamos que ningún niño ha aprendido jamás aquello que no ha querido aprender», advierte Iñaki, para quien, «si queremos que nuestros hijos participen activamente en la democracia del futuro, tenemos que permitir que participen prácticamente en todo».

En la parte social, «estos niños también tienen sus necesidades cubiertas», asegura esta mujer. «En cada ciudad en la que hemos estado, han acudido a las clases que más les gustaban, como piano, fútbol. Hemos hecho muchísimos amigos para toda la vida», afirma Hazel.

Mientras, ellos han aprovechado para concertar entrevistas con las personalidades del mundo educativo que más les interesaba. «Ministros, profesores, pedagogos, educadores... Al final, nos dimos cuenta de que los que más nos aportaban eran los padres, y que las dudas por las que pasamos a la hora de educarles son prácticamente las mismas en todo el planeta. Al final, para ser padres es la tarea para la que menos preparados estamos», concluye Hazel.

La familia acudió al completo a contar su experiencia al Encuentro Acción Magistral 2018, organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (Fad), BBVA y la Comisión Española de Cooperación con la Unesco, en el que más de 200 docentes y expertos educativos se han dado cita para hablar y compartir experiencias en torno a la innovación social educativa.

.

Más información

En portada

Publicidad
Noticias de