Wagner Moura: «Con ?Narcos? sentí por primera vez que era latinoamericano»

El mal tiene un encanto culpable que la televisión lleva explotando varios años. Primero lo hizo con Tony Soprano, que[…]

El mal tiene un encanto culpable que la televisión lleva explotando varios años. Primero lo hizo con Tony Soprano, que nos mostró el lado sucio de la mafia. Luego Don Draper llenó la pantalla de vicios y mentiras. Parecía que habíamos tocado techo con Walter White, el canalla que arruinó la vida de su familia por ansia de poder. Pero el mundo de los villanos es inagotable. Pablo Escobar fue mucho más lejos que los anteriores. El narcotraficante sumió en la guerra a un país entero por orgullo. Y lejos de ser repudiado, este criminal colombiano muerto hace más de doce años ha generado una fascinación en la gente que se ha traducido en diversas obras dentro de la literatura, el cine y la televisión. La serie «Narcos» es la última expresión del fenómeno. Ahora, la producción de Netflix afronta su segunda temporada con una premisa: Pablo debe morir.

Wagner Moura (Salvador de Bahía, 1976) ha perdido ya los veinte kilos que ganó para interpretar al narcotraficante, pero después de «Narcos» nunca volverá a ser el mismo. El actor tuvo que aprender español y cambiar su físico por completo para afrontar el papel, pero lo que más le afectó de la serie fue que esta le reveló un matiz nuevo de su realidad. «?Narcos? para mí fue muy importante porque nosotros los brasileños estamos culturalmente aislados, somos ese país gigante que no habla español y que consume su propia cultura. Pero de repente estaba en Colombia hablando de algo que tenía mucho que ver con mi vida y estaba trabajando con actores de México, Chile, Argentina... y entonces sentí por primera vez que yo era parte de algo más grande que Brasil: yo era latinoamericano», declara el actor.

Para Moura, esta producción es mucho más que una serie de televisión. La historia de Pablo Escobar esconde muchos de los dramas de Latinoamérica, problemas de los que hay que hablar como la venta de drogas o la desigualdad social. Lejos de ver en su papel una legitimación del villano, Moura cree firmemente que su personaje es muy necesario. «Yo vengo de un país, Brasil, en que la memoria no es la cosa más fuerte que tenemos. Tuvimos una dictadura militar del 1964 al 1985 y luego una ley de amnistía que perdonó a todos los torturadores, a todos los asesinos. Hablar de la dictadura militar en Brasil todavía es un tabú. Pero yo creo que una de las funciones del arte es poner un espejo delante de la gente para que pensemos nuestro pasado, presente y futuro. Por eso me gusta tanto este trabajo», explica.

El fin de Escobar

«La historia de Colombia se divide antes y después de Pablo Escobar», continúa Moura. La primera temporada tuvo un elemento de contexto muy fuerte en el que mostraba cómo el narcotraficante cambió la deriva del país. Pero la nueva entrega será diferente. «Es mucho más dinámica y dramática que la primera. Abarca desde el día en que Pablo se escapa de La Catedral hasta el momento en que lo matan. Eso es apenas un año», aclara el actor. Así, el ambiente pierde protagonismo en favor de los personajes y sus dramas internos.

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En estos episodios se verá a un protagonista muy distinto al que conocemos. Pablo ya no será el criminal todopoderoso e inmune de antes. «Ahora es su descenso a los infiernos, su declive. Es el momento en que empieza a perder su poder, sus amigos, su plata, sus sicarios. Va a tener que lidiar con emociones que todavía no conoce», cuenta Moura. «Pero no es solo eso. Es un hombre que está tratando de proteger a su familia. En el medio de la guerra llega un momento en que su mujer y sus hijos ya no están seguros. Por eso se vuelven mucho más importantes en esta temporada».

Después de convertirse en el hombre más rico de Colombia, de enterrar toneladas de billetes que no cabían en ningún lugar, el criminal no tendrá la opción de pagar sus deudas con dinero. El primer capítulo de «Narcos» comenzaba con el famoso momento en el que un policía extorsionado tenía que elegir «plata o plomo». Pero a Pablo solo le queda el plomo.

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