Las grandes empresas que ha 'tumbado' la crisis
La resaca de la crisis económica todavía pasa factura al tejido empresarial español. Los concursos de acreedores se redujeron en[…]
La resaca de la crisis económica todavía pasa factura al tejido empresarial español. Los concursos de acreedores se redujeron en el segundo trimestre del año un 17,3% respecto al mismo periodo de 2015, pero aún se reproducen casos de empresas que se acogen a ellos para apurar sus opciones de supervivencia. Otras incluso se asoman peligrosamente al precipicio de la quiebra. El último caso ha sido protagonizado por Miró, que ha puesto en marcha un proceso para despedir a toda su plantilla si no logra encontrar un comprador. Antes que ella, firmas de renombre en España vivieron una situación similar.
Martinsa Fadesa, una de las caras de la burbuja
Hace diez años, los expertos aseguraban que el sector inmobiliario era sólido y su colapso era impensable. Y sin embargo, esta se produjo con rotundidad; las inmobiliarias fueron las primeras en caer tras producirse el estallido de la burbuja. El caso de Martinsa Fadesa, una compañía que pasó de liderar el mercado español en 2007 a declararse insolvente tras declarar 7.200 millones de deuda tres años después, fue representativo. Al no poder afrontar tal cantidad de pasivos, la empresa entró en liquidación.
Ni los rescates salvaron a Spanair
El caso de Spanair fue incluso más repentino. La aerolínea ni siquiera se declaró en concurso de acreedores: el cese de su actividad fue fulminante. Tras ser «rescatada» en varias ocasiones por la Generalitat, la situación se hizo insostenible y la aerolínea cesó su actividad en 2012. La compañía no tenía suficiente liquidez ni solvencia para afrontar los 300 millones de euros que tenía en deudas. Fuentes del sector afirmaron entonces que la compañía no tenía «ni para combustible».
Nueva Rumasa: la caída de un imperio
El emporio de los Ruíz-Mateos tampoco sobrevivió a la crisis. Nueva Rumasa, un conglomerado empresarial que estuvo compuesto por cientos de compañías (Dhul, Clesa o el Rayo Vallecano entre ellas), cayó en 2012, cuando la debilidad de la compañía provocó que muchas de estas sociedades se declararan en concurso de acreedores. El tamaño de la compañía provocó que su quiebra involucrara a miles de inversores que pretendían recuperar su dinero.