«JMN» ya estuvo en el santuario rupestre de Atxurra... y lo dañó sin siquiera saberlo

El pasado 24 de mayo saltó la noticia. Un equipo arqueológico de la Diputación de Vizcaya ha hallado en la[…]

El pasado 24 de mayo saltó la noticia. Un equipo arqueológico de la Diputación de Vizcaya ha hallado en la cueva de Atxurra, a unos tres kilómetros de Lequeitio, un «santuario» con al menos 70 grabados de animales del paleolítico superior. Las pinturas rupestres no habían sido descubiertas hasta ahora por encontrarse en un lugar de dífícil acceso a unos cuatro metros de altura, en unas peligrosas repisas, y a casi 300 metros de la entrada de la cueva. Hasta allí había llegado, sin embargo, un tal «JMN» que en su deseo de dejar constancia de su paso dañó con su firma una de las figuras grabadas en el periodo magdaleniense, hace entre 12.500 y 14.500 años.

¿Descubrió «JMN» los grabados y ocultó su hallazgo? Joseba Ríos-Garaizar lo duda. «No se sabía nada sobre la existencia de los grabados. Son difíciles de ver. Ahora parece todo muy fácil, pero es que usamos luces muy potentes. Entraría con velas o con pequeñas linternas, con las que es imposible ver un grabado», explica este arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) que ha participado en la investigación.

«JMN» no es el único que dejó su firma en esta conocida cueva de la zona, cuyo yacimiento arqueológico descubrió José Miguel de Barandiarán en 1929 y excavó unos años después, en 1934 y 1935. La cueva era muy visitada y se sabe que en Atxurra durmió varios días una persona que se fugó de un psiquiátrico. «Hay tantísimas» que Ríos no recuerda el número exacto de inscripciones modernas de la cueva. «Ninguna curiosa», añade recordando los grafitis que hallaron en 2013 en Lumentxa, a poca distancia de Atxurra.

Graffitis en Lumentxa
Graffitis en Lumentxa- JOSEBA RÍOS

Sobre las figuras de dos grandes bisontes de 1,70 metros y una cabeza de caballo pintadas en ocre rojo había unos grafitis de
1868. En aquella ocasión el grafiti resultó útil, porque la cueva contenía una pintura rupestre falsa y las inscripciones del siglo XIX -«había invocaciones a Baldomero Espartero»- ayudaron en su autentificación. Ríos explica que «sobre las pinturas había grafitis de las guerras carlistas, cuando aún no se conocía Altamira, y nos sirvieron para distinguir las auténticas de la falsa».

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«En cada cueva en la que hallamos arte rupestre encontramos grafitis pintados encima de las imágenes»Joseba Ríos

«En cada cueva en la que hallamos arte rupestre encontramos grafitis pintados encima de las imágenes», relata el arqueólogo del CENIEH. Suelen ser nombres, en su mayoría de los años 60 y algunos de principios de siglo, así como expresiones groseras, para orientarse dentro de la cavidad, o de contenido político en el País Vasco.

La palabra «Salida» sobre un bisonte en Aitzbitarte
La palabra «Salida» sobre un bisonte en Aitzbitarte- JOSEBA RÍOS

Algunos graffitis se dejaron sin querer en el lugar más inapropiado. En Aitzbitarte V (Rentería, Guipúzcoa), los arqueólogos encontraron la palabra «Salida» pintada sobre un bisonte y en Askondo (Mañaria, Vizcaya), grabaron la sigla de la cueva dentro de una cabeza de caballo pintada en rojo en la entrada hace 25.000 años. Ríos lamenta que la gente del pueblo solía hacer parrilladas «justo debajo de unas pinturas rupestres» en esta cueva, sin darse cuenta de ellas, y hoy se encuentran en delicado estado de conservación.

Dejar un graffiti en una cueva «es casi una tradición, una necesidad del hombre de dejar su huella desde el Paleolítico», según Ríos. «En La Griega (Pedraza, Segovia) hay inscripciones latinas de época romana y medievales en Atapuerca», señala el arqueólogo antes de recordar que hasta el famoso abate Breuil dejó su firma en la cueva de Aitzbitarte.

Sigla de la cueva sobre la figura de un caballo en Askondo
Sigla de la cueva sobre la figura de un caballo en Askondo- JOSEBA RÍOS

«Es muy difícil encontrarse con un conjunto "pristino", que no haya sido tocado jamás», reconoce mientras cita entre las afortunadas a La Garma, en Cantabria, o las de Chauvet o Cosquer en Francia. «En esta última porque la entrada está sumergida. La encontraron unos submarinistas», apunta.

Consejos antes de entrar

Ríos constata actualmente una actitud de mayor respeto. «Ya prácticamente no se hace», afirma, en parte como resultado de una mayor concienciación. Este sábado, sin ir más lejos, se celebran unas jornadas de formación en patrimonio cultural para espeleólogos en Bilbao en la que a buen seguro se recordarán prácticas correctas como revisar concienzudamente el lugar antes de montar una vía de escalada, observar la zona y pasar con cuidado en los sitios estrechos o comprobar si hay restos fósiles en suelos intactos antes de pisarlos.

Ríos aconseja por lo general no entrar en cuevas que no tengan acceso turístico o hacerlo acompañados de expertos o de grupos de espeleología. «Con la mejor de las voluntades puedes provocar alteraciones en el patrimonio artístico o en el natural y la pérdida de valiosa información», argumenta.

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