Comprad, comprad, malditos

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Perdónenme por el peliculero titular, pero es lo que me da ganas de proclamar cuando veo las bolsas como ahora, o como a finales de enero: con todo el mundo cortándose las venas, proclamando que se ha abierto un abismo sin fondo, que se va a acabar el petróleo, que nos van a devorar las hipotecas basura...

Y reconozco que hay que tener mucho valor para hacerme caso. Pero no soy el único. El señor Botín acaba de incrementar su paquete en el . Y las grandes compañías cotizadas aprovechan para hacer autocartera barata (lo que, de paso, ayuda algo a aguantar las cotizaciones...).

El había perdido en enero unos 4.000 puntos desde sus máximos de finales del año pasado, recuperó luego 2.000 para volverlos a perder ahora. Es la montaña rusa. ¿Qué puede pasar? Claro, nadie lo sabe: ¿otros 2.000 puntos para abajo? ¿Ve usted el en 10.000? Hasta ahora, la opinión-análisis más pesimista que he visto (entre las que considero solventes) lo ve a 11.000. ¿Será más probable eso o un nuevo rebote de 1.500 o 2.000 puntos?

Es evidente que puedo equivocarme y dejarme llevar por mi excesiva tendencia a hacer lo contrario que el resto del mundo (ya saben aquello de "comprar cuando truenan los tambores, vender cuando suenan los violines"), pero creo que un inversor bien diversificado y capaz de seguir de cerca las cotizaciones asume menos riesgo comprando ahora determinados valores. Además, han vuelto a funcionar las pautas estacionales, de eficacia históricamente probada en mercados de larga tradición, como el americano: la última semana de junio es casi siempre desastrosa. Seguro que Botín lo sabe.

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