¿Banco bueno y cómplice del banco malo?

Los inversores siguen desconfiando de las cuentas de los bancos. No lo han dejado de hacer desde que estallara la crisis de las hipotecas subprime en 2007. Y es que desde entonces las entidades financieras no han hecho ningún ejercicio de sinceridad, de transparencia, lo que necesita todo inversor para confiar en una compañía que cotiza en renta variable.

¿Ninguno ha sido transparente con el mercado? Eso tampoco es tan categórico. Las economías periféricas de la UE han tenido que mostrar una mayor desnudez de su sistema financiero que de la que han hecho gala los bancos alemanes y franceses. El problema es que lastrada con el estigma de la sospecha, la banca española no ha conseguido quitarse, por muchos esfuerzos que ha realizado en el saneamiento de su balance, la mala prensa que le han conferido las cajas de ahorros y el "boom" inmobiliario.

El problema es que nadie ha sido sincero ni con los ciudadanos (a los que tendrán que pedir más impuestos) ni con los inversores (a los tienen que tentar para sacar una nueva ronda de recapitalización). Cuando la sospecha oscurece hasta el último miembro de un colectivo, no basta aparecer inmaculado ante tus clientes, ante tus accionistas. No basta decir que tus cuentas están bien. No basta con demostrarlo y menos cuando llevamos ya tres años oyendo, sino mentiras, cuando menos inexactitudes.

Si alguien ha hecho trampa, por muy duro que les pueda resultar a sus colegas, debería ser señalado por sus compañeros de viaje. El silencio corporativo, que ejerce no sólo el sector financiero sino también los reguladores, no es un ejercicio de discreción, de elegancia. Con la cosas como están, callarse las vergüenzas del otro es un acto de imprudencia temeraria hacia los ciudadanos y hacia los inversores. Lo contrario es ser cómplice del banco malo.

Los bancos que de verdad estén sanos y quieran que lo sepa el mercado deberían señalar a aquellos que tienen agujeros debajo de las alfombras. No queda otra, con la quiebra de Grecia a la vuelta de la esquina. Eso o morir todos juntos con las botas puestas.

En portada

Noticias de