Salón inmobiliario low cost: ¿Bueno para todos?

La idea es buenísima, pero encierra unos cuantos riesgos que los organizadores deberán medir muy bien. El primer salón inmobiliario[…]

La idea es buenísima, pero encierra unos cuantos riesgos que los organizadores deberán medir muy bien.

El primer salón inmobiliario low cost que se va a celebrar en España entre el 12 y el 14 de junio en Barcelona va a retratar con toda fidelidad a los primeros actores de un sector que, ojalá, pongan sobre la mesa más grandezas que miserias y conviertan en una oportunidad lo que para muchos españoles es una necesidad de primer orden: comprar una vivienda a un precio justo. Todavía habrá que esperar algo más de cuatro meses, un plazo en el que, quién sabe, el descuento mínimo del 30% exigido a los expositores puede estar totalmente desfasado.

Al ritmo que avanzan las cifras de desempleo, a la vista del creciente cerrojazo crediticio de nuestros bancos y con el mercado de ventas de viviendas en el más absoluto dique seco, estos cuatro meses largos pueden dar para mucho en términos de precio. Tanto como para dotar de mucho más sentido todavía a un salón que tiene la sana y sobre todo realista intención de complementar la oferta de viviendas con la de hipotecas. Porque sólo se podrá hablar de chollo si se puede financiar. En ese ajuste o vuelta a la realidad está todo el país mientras cada vez es más tangible la evidencia -que aún siguen negando algunos promotores y quienes los representan- de que los precios de las casas aún van a recibir otro tijeretazo. Como en Estados Unidos o Reino Unido, sin ir más lejos.


Enrique Lacalle, presidente del Barcelona Meeting Point (BMP) y promotor de una iniciativa necesaria, tendrá que velar por el juego limpio. Para empezar, debería ser de obligado cumplimiento que la calidad media de los inmuebles ofrecidos sea de notable y no de suficiente o, como ya ha ocurrido en algunas de las subastas que con escaso éxito se han producido en nuestro país, manifestamente mejorable. Lo contrario sería una desilusión y un aquí vale todo que iría en contra de la imagen del propio sector, que no está por las nubes precisamente. El otro asunto, el de la veracidad de las ofertas -que los descuentos sobre el precio de partida de los inmuebles sean reales- y la seguridad en las transacciones, se da por hecho. Cuestión de buena fe.

¿Pondrá el salón de acuerdo a las partes? Este es sin duda el quiz de la cuestión. Un mercado que hoy es ilíquido porque ni se compra ni se vende apenas, va a abrir una ventana -las conclusiones serán extrapolables al conjunto del país- a través de la cual compradores, vendedores y financiadores van a poner en cifras hasta dónde están dispuestos a llegar. Van, en otras palabras, a enseñar la patita y, si se quitan la careta y tiran de transparencia, a contarnos cuál es el valor real de los inmuebles. Uno sospecha que a más de uno -promotores recalcitrantes, bancos que han adqurido ladrillo a espuertas o inversores que mantienen sus casas cerradas a al espera de que pase la tormenta- no le gustará la conclusión. Por eso la iniciativa es también valiente. Luz y taquígrafos, por favor.

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