¿Corporativismo? Los promotores se tiran los trastos

En el sector inmobiliario el personal ya no conoce ni a su padre. Viejos compañeros de aventuras y negocios que[…]

En el sector inmobiliario el personal ya no conoce ni a su padre. Viejos compañeros de aventuras y negocios que hace apenas un año se repartían sonoras palmadas en la espalda e intercambiaban sonrisas de oreja a oreja, hoy prefieren no cruzarse por un pasillo. Es lo que tiene esta crisis, que primero se llevó por delante las cotizaciones de las compañías del ladrillo, luego el valor de sus activos, más tarde las condujo al concurso de acreedores o casi y que ahora, para rematar la faena, amenaza con dejar a nuestros otrora aguerridos y forrados promotores sin compañeros de mesa para las partiditas de mus de la sobremesa.

 

Mañana mismo expira el plazo para que Rafael Santamaría recompre la participación en Reyal Urbis de su antiguo compañero de viaje José Ramón Carabante. Una vieja amistad que no pasa por su mejor momento. Cuando el segundo le pidió al primero que hiciera la vista gorda por la indemnización por 14 millones de euros que suponía la renuncia a comprar un paquete de acciones de Colonial en manos de Reyal, Santamaría exigió lo suyo. Es muy posible que Carabante le vaya a pagar ahora con la misma moneda. Lo contrario sería un sorpresón valorado en 140 millones de euros.

Mañana también debe cobrar Reyal Urbis a Global Cartera y Nozar por sus títulos de Colonial a los que renunció Carabante. La primera ya está en concurso de acreedores porque, al parecer, Santamaría no ha querido renegociar la deuda de 70 millones. Curioso si se tiene en cuenta lo generosos que han sido los acreedores de Reyal para sacar adelante una dificilísima negociación de 3.000 millones de deuda, incluida la pasta necesaria para tirar de los gastos generales del más corto plazo.

En cuanto a Nozar, sigue negociando con Urbis cómo paga sus 205 millones de deuda. El que no sea capaz de cerrar un acuerdo razonable puede estar certificando el acto de defunción. La otra gran batalla se está librando en la acera de Metrovacesa, donde la familia Sanahuja termina de hacer las maletas. Deja la presidencia Román Sanahuja, al que se le acumulan los problemas.

Ha sido imputado junto a Domingo Díaz de Mera -el ya no tan flamante presidente del Balonmano Ciudad Real- por la Fiscalía Anticorrupción por presuntas irregularidades que tienen que ver con la venta de acciones de Metrovacesa a la familia Sanahuja con fuerte descuento cuatro meses antes del lanzamiento de una OPA sobra la compañía que presidía entonces Joaquín Rivero. Seguro que el empresario jerezano no será el que interceda. Lo dicho: a tortazo limpio. Y que pase el siguiente.

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