¡Vuelve a ser la economía!

Un asesor de Clinton consiguió que ganara las elecciones enfocando su discurso en la economía. Hoy el tema vuelve a ser clave

Fue en los años noventa cuando un asesor de Bill Clinton consiguió que éste ganara las elecciones enfocando su discurso en la economía. Y en las elecciones de noviembre la economía, mejor dicho, el ajuste de las finanzas públicas que no se lleve por delante la titubeante recuperación económica, vuelve a ser la clave.

¿Cómo hacerlo?, ¿a través de recortar los gastos como defiende Romney o con subidas de impuestos como propugna Obama?. De una u otra forma, el ajuste es obligado. La inversión no se acaba de recuperar, lastrada por la incertidumbre a medio plazo que supone una deuda pública que ya supera el 100 % del PIB. Y los inversores, buena parte de la clase política y hasta la propia Fed, observan la Crisis europea, la desconfianza de los países lastrados por un círculo vicioso entre recesión económica, problemas de competitividad y deterioro de las finanzas públicas como un ejemplo a evitar. En las elecciones ya hemos escuchado, es cierto que la mayoría de las veces desde la parte republicana, que España o Grecia son ejemplos de lo que puede pasar si no corrigen los desequilibrios.

En los últimos sondeos han supuesto un giro de 180 grados a favor del candidato republicano. Pero tampoco son resultados tan claros como para cambiar la previsión de los mercados de una victoria de Obama. Lo cierto es que lo peor que puede ocurrir es que haya un resultado electoral poco claro, con el Presidente y las cámaras enfrentados (Obama o Romney en la presidencia, demócratas en el Senado y republicanos en el Congreso) y con soporte bien dividido del electorado.

Recuerden el Precipicio Fiscal a principios del año próximo, que sin acuerdo para matizarlo, podría llevar a una nueva recesión norteamericana. Y recuerden como en febrero vence el techo de la deuda. ¿Volveremos de nuevo a la incertidumbre y riesgo de default de mediados del año pasado? Lo peor es bajar la guardia pensando que la racionalidad acabará imperando. Y es que la racionalidad política no funciona igual que la racionalidad de los inversores o de los analistas. Con todo, acabará por haber un acuerdo. Espero.

El Presidente Obama propone un ajuste de ingresos y gastos que lleve el déficit público a reducirse a menos de la mitad en dos años, en niveles del 3.0 % del PIB. Pero con el 85 % del peso en el aumento de los ingresos. Para el candidato republicano, más agresivo con respecto al ajuste del déficit (2 % en 2015). Pero con un 60 % del ajuste en el gasto. Ambos candidatos se muestran optimistas sobre la recuperación de la economía en los próximos años, lo que facilitará el ajuste fiscal. Naturalmente, la ideología se refleja en las propuestas sobre el tipo marginal del impuesto sobre la renta: a la baja para Romney hasta el 28 % y al alza para Obama hasta el 39.6 %. En este momento, es del 35 %. Sobre el impuesto de sociedades, ambos defienden la reforma del impuesto de sociedades desenfocado en estos momentos por la existencia de elevadas deducciones que explican su baja recaudación pese a su elevada tributación, en teoría.

¿Finaliza la tensión política en USA con las elecciones de noviembre? Me temo que no podemos ser tan ingenuos. Piensen en Oriente Medio (Irán versus Israel, Siria y el giro que experimentan algunos países de la Primavera árabe), piensen en la falta de liderazgo político que todos detectamos en la Crisis del Euro y especialmente valoren los enormes retos para conjugar ajuste fiscal en Estados Unidos, potencial deterioro del apoyo social que significa un creciente aumento del desempleo estructural y el cada vez más limitado margen de maniobra de la política monetaria. Piensen en la necesidad de atar lazos con la nueva administración china. Espero que el nuevo presidente norteamericano no piense que sus problemas se han resuelto con el nombramiento.

Hoy tendremos el tercer, y último, debate entre los dos candidatos a la presidencia norteamericana. Y volcado en la política exterior. Será interesante.

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