Una indignada más

La larga crisis económica nos ha enseñado mucho: la incapacidad de los bancos para asumir sus responsabilidades y su sobrecapacidad[…]

La larga crisis económica nos ha enseñado mucho: la incapacidad de los bancos para asumir sus responsabilidades y su sobrecapacidad para tirar balones fuera.

Este lunes, Bruselas aprobó el rescate de los bancos nacionalizados, que nos costará a cada español, no digo contribuyente, 800 euros. A cambio, Bruselas impuso fuertes condiciones, especialmente dolorosas para los tenedores de deuda subordinada y preferentes, que deberán aceptar quitas. No quiero entrar en el debate de las preferentes.

Sin embargo, quiero hacer hincapié en lo irónico de la situación. Los españoles debemos pagar el rescate de una banca, que durante años, incumplió todas las directrices del buen gobierno y hacía oídos sordos al regulador, el Banco de España, cuyo papel en la crisis tampoco ha salido mal parado. Se dieron hipotecas por encima del 80 del valor de la casas y no se tenía en cuenta el umbral del 35% de los ingresos como límite de endeudamiento.

Acometían ambiciosos planes de expansión, contaban en sus consejos de administración con miembros de uno y otro partido político, da igual el color, sin capacidad de decisión porque carecían de la suficiente formación financiera necesaria para la toma de decisiones, pero que, además, cobraban salarios que escandalizarían a cualquiera.

La crisis económica, con el estallido de la burbuja inmobiliaria ha puesto de manifiesto todas las malas praxis. Sin embargo, también algo que resulta decepcionante: la banca siempre gana.

Es cierto, que han tenido que realizar provisiones en su cuenta de balance porque el suelo y las viviendas que tienen en cartera se han devaluado. Que los créditos inmobiliarios que tienen valen la mitad y que algunos no saben si los cobrarán. Pero como los bancos no pueden caer, se ha promovido fusiones entre entidades más solventes con otras menos, se les ha inyectado dinero, véase del Frob o de Bruselas, se les ha nacionalizado. Todo valía para salvar a un sector.

En cambio, y aquí la paradoja. Los ciudadanos somos los que pagamos el rescate. No olvidemos que computa como déficit, que hay que rebajar a toda costa subiendo el IVA, recortando en servicios básicos, como Sanidad, o introduciendo el repago de los fármacos.

Y a cambio ¿cómo nos compensan los bancos por sus errores? Si ellos han recalculado su cartera inmobiliaria a la baja, a los hipotecados les obliga a devolver su crédito por unas viviendas que valen la mitad de lo que inicialmente tasó el propio banco. Ningún hipotecado puede imputarse esas minusvalías.

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Si los tenedores de preferentes pueden aceptar quitas, ¿por qué, una vez que se han suspendido los desahucios durante dos años, los bancos no dejan de cobrar los intereses durante esos 24 meses? ¿No deberían aceptar quitas también en el cobro de sus deudas?

Y tiene cierta razón Miguel Martín, presidente de la AEB, los desahucios son culpa de la crisis. Cuando el euríbor estaba en el 5,4% los hipotecados pagaban religiosamente la hipoteca, nunca llegó la morosidad al 10%. Ahora sin trabajo y sin dinero difícilmente la podrán pagar, con o sin moratoria de desahucios. Son desahuciados futuros, que vivirán en sus casas de prestado durante dos años. Que una vez desahuciados, sin trabajo, vivirán sin esperanzas, mientras que entidades como Bankia esperan ganar 1.200 millones de euros en 2015.

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