Sigue y se expande el hundimiento tecnológico: ¿qué pasa?

A los desplomes de Facebook se unen los de Tesla, Qualcomm y Amazon

Primero fue Facebook: la fuga de datos de 50 millones de cuentas que habría utilizado Cambridge Analytica en la campaña electoral de Donald Trump ha hecho temer que pueda haber más regulación o mayor autorregulación que lleve a limitar la monetización de la actividad de la compañía; o que haya usuarios que decidan reducir su actividad en la red o incluso cierren sus cuentas; o que los anunciantes, por imagen, retiren sus campañas. También cabe la posibilidad de que la compañía fundada por Mark Zuckerberg termine afrontando multas de gran cuantía. 

Ha habido analistas que han recortado los precios objetivos de la empresa, pero ninguno de los que recomendaban comprar (la mayoría de los que la siguen) ha retirado su consejo. En el fondo, el mercado es optimista: Facebook seguirá siendo rentable, pese a que ocurra algo de lo anterior. 

Antes de que se haya curado Facebook de lo suyo (siguen saliendo titulares y continuarán en las próximas semanas o meses), han aflorado más víctimas en el sector tecnológico, de tal modo que en el mes que estamos a punto de despedir el Nasdaq 100 cae un 5,38%. No bajaba tanto desde el mes de enero de 2016, cuando retrocedió un 6,64%. 

Y el que más ha jugado en contra del índice ha sido Tesla, que ha bajado casi un 25%. ¿La razón? Un accidente de su Tesla Model X la semana pasada en California que salió ardiendo y en el que murió su conductor. Es un modelo autónomo, que se autopilota, y las investigaciones se centran en dos cuestiones clave: si en ese momento el automóvil "se conducía solo" y por qué se incendió, dado que las baterías Tesla están diseñadas de tal manera que cuando salta un fuego, éste se extiende lentamente para dar tiempo a los pasajeros a salir del coche. En todo caso, ello ha llevado a algunos analistas a emitir gruesas opiniones, como la de Cowen & Co., que dice que ya es hora de cuestionar el liderazgo de Tesla en los coches autopilotados, mientras que Sanford C. Bernstein se refiere a la "falacia de la automatización" para impulsar una producción que parece muy deprimida.

Ésas son las dos grandes dudas sobre el negocio de Tesla: su capacidad productiva, que seguramente se quedará por detrás de sus objetivos, y la viabilidad del salto adelante que proponía con los coches autónomos.

Esta semana, Moody's le ha bajado la calificación crediticia y situó su perspectiva en negativa, debido a la previsión de que tendrá que realizar una ampliación de capital para hacer frente a sus vencimientos y evitar problemas de liquidez a corto plazo. 

Qualcomm ha sido el segundo valor tras Tesla que más ha caído en el Nasdaq 100 en este marzo, con un retroceso del 15%. ¿Qué ha ocurrido? Por ejemplo, que la Administración Trump haya emitido una orden que impide a la singapurense Broadcom hacerse con la americana mediante una opa hostil alegando razones de seguridad nacional. A ello hay que sumar que Qualcomm se encontraba ella misma en una puja por la china NXP, operación que tenía como objetivo dificultar la opa de Broadcom, y a finales del mes de febrero elevó su oferta un 16%. Pero la aprobación del regulador chino a este último movimiento se está retrasando y hay analistas que señalan el riesgo de que la búsqueda del beneplácito de las autoridades del gigante asiático pueda llevar a que la operación sea menos beneficiosa para la americana de lo esperado. 

Pero la caída más reciente la ha sufrido Amazon, que ayer bajó un 4,5%, tras haber sufrido en los días anteriores por las dudas sobre lo que pueda estar haciendo con la información que también recopila de sus clientes (como por otro lado también le ocurrió a Netflix, de cuyos suscriptores también posiblemente recopile datos). El más cercano descenso del gigante del comercio electrónico, el de ayer mismo, tuvo lugar después de que Axios informara de que el presidente Donald Trump está obsesionado con regular gigante del comercio, especialmente en lo relativo a la política fiscal. La Casa Blanca, a través de su secretaria de prensa, Sarah Huckabee Sanders, aclaró que no se están considerando cambios que vayan a afectar a Amazon. De todas formas, no es la primera vez que saltan noticias de este tipo: en el pasado Trump ya acusó a Amazon de exprimir los precios y de romper las leyes antimonopolio. El propio presidente enmendaba la plana a la secretaria de prensa a menos de 24 horas de su aclaración afirmando que, efectivamente, Amazon es una amenaza por su posición de dominio y por su poca aportación a la economía vía impuestos. 

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Amazon es una de las compañías tecnológicas que más gustan a los expertos debido a su crecimiento tanto en ventas como en cuota de mercado, aunque ello se logre sacrificando márgenes. Con la caída de ayer, la firma Stifel Nicolaus & Co. afirmó que se había gestado una oportunidad de compra en el valor. La compañía llegó a bajar más de un 7% antes de que la Casa Blanca saliera al paso desmintiendo las informaciones de Axios. 

Lo cierto es que el sector tecnológico está muy sensible. El 'affaire' Facebook ha puesto sobre la mesa la necesidad de regular las actividades de la nueva economía, tanto por la dimensión económica que tienen las nuevas empresas y el poder que ello les da, como por el acceso a los datos de sus clientes que les proporciona su trabajo y el potencial control político que ello les confiere. Las medidas proteccionistas de Trump, sobre todo cuando trata de impedir la entrada de capital extranjero (sobre todo chino) en empresas tecnológicas que considera estratégicas (como en el caso de Qualcomm), parecen contar con ese escenario de fondo. Si en los primeros 2000 Microsoft se enfrentó a causas por abuso de posición dominante en el mercado, con mayor razón ahora podríamos comenzar a ver una mayor regulación y control de las grandes tecnológicas, puesto que su poder es mucho mayor que el que nunca pudo tener (ni soñar con tener) el gigante fundado por Bill Gates. Ello implicará, posiblemente, una menor rentabilidad en el futuro de las empresas ahora más punteras y más prometedoras. 

De las compañías comentadas, parece que sólo Tesla corre un riesgo únicamente derivado de su puro y duro negocio, de la viabilidad de sus nuevos automóviles, de si a la gente le convencen, o no, y si se los termina comprando, o no. Al resto de las empresas les pesa una regulación que llegará, pero que aún no se sabe en qué consistirá.

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