Roca Rey: «De chico veía por la tele a los mismos con los que ahora toreo»
Entre los jóvenes, ha sido la sensación, en este comienzo de temporada. Se llama Andrés Roca Rey, es peruano y[…]
Entre los jóvenes, ha sido la sensación, en este comienzo de temporada. Se llama Andrés Roca Rey, es peruano y sólo tiene 19 años. Quedo con él en el Altozano, a la entrada de Triana. Después de las fotos con el monumento a Juan Belmonte, nos sentamos junto al río, con una maravillosa vista como telón de fondo: la Giralda, la Plaza de los Toros, el blanco caserío. Habla con voz pausada, con el dulce acento de su tierra.
-«Más cornás da el hambre», se decía, para indicar que hace falta haber pasado hambre para ser torero, pero usted no la ha pasado.
-Hay muchos tipos de hambre. Gracias a Dios, a mí no me faltó para comer pero tenía el hambre de torear, de entrar en los carteles.
-Toda su familia está vinculada al toro bravo: su abuelo fue administrador de la Plaza de Lima; su hermano Fernando es matador; su tío, rejoneador y ganadero. Dentro de ese mundo, podía haber disfrutado de una vida menos arriesgada.
-Pero lo más tranquilo no es siempre lo mejor. La vida está hecha para vivir la pasión que uno tiene.
-Su familia, que conoce bien las dificultades de esta profesión, le pondría pegas.
-No tantas: me veían siempre jugando al toro, con mi hermano, como algo normal. Hasta mi madre, la menos cercana a ese mundo, lo aceptó. Lo más difícil, para ellos, fue aceptar que me viniera a España.
-¿Cuándo le vio por primera vez José Antonio Campuzano?
-Dos años después, en Bambamarca. Creyó en mis posibilidades y le dijo a mis padres que, para ser torero, debía venirme, con él, a España. Eso fue lo más difícil, para ellos: felizmente, aceptaron. El maestro es fundamental en mi carrera, como torero y persona.
-Para usted tampoco debió de ser fácil venir a España.
-Así es: era la primera vez que salía de casa. Pero tenía clarísimo que quería ser torero.
-Se vino a Gerena, a casa de María Jesús Quinta, de la conocida familia de picadores. Ahora, que ya gana dinero, podía haberse mudado a otro sitio pero no ha querido.
-María Jesús, su hija y sus nietos son mi familia de España. Si hay alguien que me conoce en España, es ella; además, naturalmente, del maestro José Antonio Campuzano. En esa casa me he sentido siempre muy bien. Nunca me ha gustado estar solo. Para resolver los problemas que se presentan, es bueno tener una buena compañía.
-¿Cómo lo lleva su madre, en Lima?
-Lamenta la separación, claro, pero lo lleva bien y también disfruta con mis éxitos.
-Después de varios triunfos, aceptó presentarse en Las Ventas, en el primer festejo de 2015. Era una apuesta fuerte pero resultó: triunfó, a cambio de sufrir tres cornadas.
-Todos dudábamos un poco, algunos creían que era una locura. Y lo era. Tiramos la moneda y salió cara. Estaba empeñado en solucionar mi lucha para tener contratos. Comprobé que Las Ventas es una Plaza exigente pero muy justa: si te entregas, lo reconoce.
-Vino luego una temporada triunfal como novillero. Y en Villaseca de la Sagra, días antes de la alternativa, sufrió un percance.
-Una cornada en el muslo y una fractura del metacarpiano. Me pusieron un clavo en la mano izquierda. Todavía me molesta.
-Después, la alternativa: en Nimes, el 19 de septiembre, de manos de Ponce.
-Un día precioso: significaba cumplir todos mis sueños, poder seguir adelante.
-Ahora, ya, con la responsabilidad de alternar con grandes figuras. Debe de imponer...
-Es lo que había estado buscando toda mi vida. De chico, por televisión, yo veía a los mismos con los que ahora toreo. Cuando venían de España, mis familiares me traían esos carteles de mentira, para los turistas, donde habían puesto mi nombre, junto a las grandes figuras. Ese sueño se ha hecho realidad.
-Ha declarado que, de chico, tenía debilidad por El Juli. En Sevilla, entró a hacer el quite en sus toros, le gustara o no a él.
-No suelo perdonar los quites: es una rivalidad sana, muy torera. Hay que disfrutar y hacer que disfrute la gente que ha pagado.
-Sorprende a todos su variedad con el capote. ¿La aprendió en México?
-El capote es el origen del toreo y la verónica, el centro de todo. Mi primer maestro, de los 7 a los 10 años, fue Luis Miguel Rubio, que, efectivamente, había vivido en México.
-Logra sorprender al público.
-Eso me parece muy importante: la improvisación emociona, es lo que marca que una faena sea rotunda; sin ella, puede quedarse en una faena más. Lo más importante, creo, es unir improvisación y entrega.
-¿Ve vídeos taurinos: de Ojeda, de los maestros clásicos?
-¡Claro que sí! Y voy cogiendo de cada uno lo que más me interesa. Me ha interesado especialmente lo que he podido saber de Joselito el Gallo; más que Belmonte, aunque es un genio. También me apasiona Luis Miguel: su poderío, cómo metió en el toreo al mundo que estaba fuera, su ambición...
-Ésa no le falta a usted.
-Para llegar a figura, hay que triunfar. Para triunfar, hay que emocionar al público. Y eso sólo se logra entregándose totalmente.
-¿Ha definido ya su concepto de toreo?
-Cuando alguien logra ser figura, puede ya limitarse a su concepto; antes, hay que triunfar cada tarde, con el toro que salga. Para eso, hay que usar, a la vez, la cabeza y el corazón, para evitar la monotonía.
-Cuentan algunos que ni siquiera suda.
-El sudor depende del agua que se ha bebido y el día de corrida, no conviene... En la Plaza, debes estar tranquilo, las tareas ya están hechas. Por dentro, a lo mejor el traje está empapado.
-¿No puede llegar a ser un exceso los muletazos cambiados?
-A veces, el exceso sería dar sólo derechazos, naturales y de pecho. El toreo ha ido evolucionando: hace falta, hoy, pisar otros terrenos, para suscitar nuevas emociones.
-En Sevilla sufrió un revolcón. ¿No le cogen mucho los toros?
-Creo que no. Por otro lado, es normal que te cojan, si se pisa ese terreno: a veces, es casi seguro que te van a coger pero hay que estar ahí.
-En San Isidro, confirma alternativa y torea tres tardes: ¿no es demasiado riesgo?
-Lo mismo me decían cuando debuté en Las Ventas: quizá es una locura, no era necesario... Pero, si sale bien, la gente se sorprende más. Saldré a darlo todo: eso es eguro. La vida está para apostar por lo que quieres y, luego, disfrutar con lo que has conseguido.
Roca Rey tiene claro lo que busca y cualidades para lograrlo. ¿Hasta dónde llegará?