No llegamos a la hora de comer
Si la medida del bienestar son las tres comidas que según la versión de Íñigo Errejón hacen los venezolanos, habrá[…]
Si la medida del bienestar son las tres comidas que según la versión de Íñigo Errejón hacen los venezolanos, habrá que convenir y reconocer que la única víctima nutricional del chavismo es Nicolás Maduro. «Esto es una sola vez en la vida, ¿verdad?», dijo el dictador mientras el pasado septiembre se hincaba en Estambul y a medias con su mujer una lustrosa pieza de vaca asada. Ese día no pudo cenar. Esta y no otra es la verdadera tragedia de Venezuela. La poca carne disponible termina en el plato de Maduro, lo que, entre antiácidos y carminativos, le impide hacer las tres comidas que prescribe y bendice en la mesa Errejón.
El candidato de Podemos a presidir la Comunidad de Madrid no solo ignora el sufrimiento infligido por Maduro a Venezuela, algo que como miembro fundador del CEPS le va en el sueldo, sino que da su visto bueno a un sistema totalitario cuya aceptación implica su condición de modelo para un político que -como todos, a izquierda o derecha- alaba aquello que trata de importar y llevar a su terreno. En el mejor de los casos, Errejón estaba de broma cuando hizo estas declaraciones, o se encontraba en un estado de trance ideológico similar al que lo llevó a escribir aquello de que «la hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales». El humor negro es una práctica habitual en las filas de Podemos, y reírse de la dieta venezolana es para ellos tan inocente como hacer un chiste de Irene Villa.
Si los festines que se dan a la mesa los venezolanos representan uno de los «importantísimos avances» del chavismo, Errejón debería aclarar si esos mismos avances son los que pretende incorporar a la dieta mediterránea y española. Es el lenguaje, retorcido y perfeccionado en la mentira, el que enmascara la naturaleza chavista de Podemos y de un Errejón que recurre a la misma terminología para describir el infierno venezolano que para presentar su programa de cambio en España. La miseria se tapa con un retal de «conducción económica», la represión se transforma en «gestión de relaciones con la oposición», los índices de criminalidad se parapetan bajo la «gestión de la seguridad ciudadana» y el desabastecimiento se reduce a simple «derivación». Si Íñigo Errejón habla del futuro de España en estos o parecidos términos, a la hora de comer no llegamos.
