Muere Mireille Darc, la 'rubia platino' curtida por la crueldad familiar

Actriz, realizadora, fotógrafa, Mireille Darc ha muerto este lunes a los 79 años, víctima de una larga y penosa enfermedad[…]

Actriz, realizadora, fotógrafa, Mireille Darc
ha muerto este lunes a los 79 años, víctima de una larga y penosa enfermedad que combatió con la elegancia de una gran señora frágil, físicamente, desde la infancia, siempre dispuesta a embarcarse en las aventuras más imprevisibles, no solo cinematográficas.

Creció en el seno de una familia muy modesta, en Toulon. Su padre (no biológico) era jardinero. su madre, propietaria de una modesta tienda de ultramarinos. De aquella primera infancia venía su lengua muy rica en argot popular y acentos de barriada de provincias. El esposo de su madre la llamaba «la bastarda». Crueldad familiar que curtió su piel más íntima, dando a su sensibilidad personal una profundidad aérea. Aquella primera educación sentimental quizá le dio una fuerza y disposición a aceptar casi cualquier trabajo, de las provocaciones de Jean-Luc Godard a las comedietas populares de George Lautner e Yves Robert.

El gris sucio mediterráneo del Toulon de su infancia no era para ella. Y lo dejó todo para estudiar arte dramático, en París, en una academia privada. Pagaba sus estudios de teatro más o menos clásico paseando perros de familias aristocráticas y trabajando como vendedora en grandes almacenes (Le Printemps). La joven Mireille Aigroz abandonó el apellido paterno para convertirse en Mireille Darc, en recuerdo de Jeanne d?Arc (Juana de Arco) y el río Arc de su infancia.

Su verbo popular, su gracia curtida en barrios populares, su talento de joven dispuesta a comerse el mundo para salir adelante, desde lo más humilde, la convirtieron pronto en una heroína de comedias sin fuste pero con gracia. Como «hija» cinematográfica de Louis de Funes, Mireille Darc daba un tono entre humorístico y sexy que hizo furor en una Francia que apenas comenzaba a «liberarse». Mireille Darc era la joven vecina de un barrio modesto, dispuesta a «ser libre» con discreta y sabia coquetería de chica de familia humilde.

Temible rubia platino

Aquellas primeras experiencias, filmadas por Lautner, la convirtieron en un arquetipo de la Francia anterior a Mayo del 68. Fue Jean-Luc Godard, el joven lobo del Nuevo Cine francés quien le ofreció su primer gran papel cinematográfico, en «Week End», una «comedia» negra, crepuscular, atroz. El personaje de Mireille Darc tomaba ya su forma definitiva: temible rubia platino, «mujer libre», navegando por las aguas turbias de una sociedad que coqueteaba con el abismo.

Un año después, Mireille Darc se cruzó con Alain Delon, durante el rodaje de «Jeff», de Jean Herman. La pareja Delon - Darc duró unos quince años cortos. Hasta que ella terminó hartándose del vagabundeo erótico y sentimental de un hombre instalado en el podio del estrellato.

Rota la relación con Delon, Mireille Darc encontró en Pierre Barret, periodista, escritor, historiador, autor de letras de canciones populares, otro compañero sentimental de excepción. Frágil, físicamente, como ella, Barret murió relativamente pronto. Y la actriz tardó varios años en rehacer su vida con Pascal Desprez, un arquitecto parisino. Quedaba ya muy lejos el personaje de la joven francesa de los años 60 del siglo pasado, rubia platino, «peligrosa», dicharachera, con mucho sentido del humor y la gracia melancólica de las mujeres que saben sufrir en soledad, con gracia, el cigarrillo y la sonrisa en los labios, siempre.

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Comenzaba una nueva vida. En un libro de memorias íntimas, Mireille Darc contó su encuentro con una «periodista» que le descubrió la verdadera historia de su padre biológico, un marino aventurero que habría muerto en Indochina, durante la Segunda guerra mundial.

La Mireille Darc de la madurez definitiva, durante los últimos diez o quince años, descubrió muchas otras sabidurías. Fue una fotógrafa más que digna. Dirigió varios documentales, entre los que destaca un homenaje a los refugiados e inmigrantes ilegales. Su antigua historia de amor con Alain Delon se había transformado en una amistad y complicidad profunda. Sufrió dos hemorragias cerebrales, el año pasado. Y fue Delon quien dio las primeras noticias de su recuperación. Deja tras si una leyenda que se confunde con la historia de las metamorfosis de la mujer francesa del último medio siglo.

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