María Gómez Cámara, la mujer de las caras de Bélmez

Bélmez de la Moraleda es un pueblo de la provincia de Jaén con un castillo rodeado por el picacho de[…]

Bélmez de la Moraleda es un pueblo de la provincia de Jaén con un castillo rodeado por el picacho de Carboneras, a unos tres kilómetros del actual casco urbano en el que viven sus 1.800 habitantes. La población ha ido decreciendo, pero los más viejos del lugar se acuerdan de una fecha: el 23 de agosto de 1971. Aquel día apareció en el suelo de la cocina de la vivienda de María Gómez Cámara una mancha que parecía un rostro humano. Fue la primera de las más de 1.000 caras que fueron surgiendo en el pavimento de la casa durante años, lo que convirtió a Bélmez en el centro de atención de curiosos que acudían a comprobar con sus ojos el fenómeno.

«Yo vi ese día una mancha en el suelo, pero me figuraba que eran alucinaciones mías porque yo tenía fiebre y no me encontraba bien», manifestó María Gómez Cámara, de la que varios expertos en parapsicología dijeron que tenía una facultad llamada teleplastia que consiste en poder plasmar los pensamientos en imágenes.

María, natural del pueblo, murió en 2004 y, al poco de expirar, surgieron nuevas caras en otra casa donde ella había nacido y residido, lo que fortaleció las tesis de quienes creían en sus poderes extrasensoriales. El alcalde de la época defendió la honradez de esta mujer, que aceptó que se precintara y se tapara la cocina durante un año. Cuando se volvió a entrar en la habitación, habían aparecido 17 rostros nuevos.

No faltaron científicos y expertos que calificaron las caras de un gigantesco fraude: se decía que las había pintado su hijo con nitratos y cloruro de plata

Gracias a los reportajes del diario Pueblo, María Gómez se hizo famosa en toda España, pero no faltaron científicos y expertos que calificaron las caras de un gigantesco fraude. Se decía que las había pintado su hijo con nitratos y cloruro de plata. Y un portavoz del Ministerio de la Gobernación declaró que todo era un montaje, amenazando a la familia con un procedimiento judicial por estafa.

El hecho es que en pleno apogeo del fenómeno hubo fines de semana en los que cerca de 10.000 personas se acercaron a Bélmez para ver las caras que se borraban, reaparecían y se desplazaban por el suelo. María Gómez Cámara no cobraba por dejar entrar en su casa, pero sí aceptaba propinas. Su marido se asoció con un fotógrafo para vender las imágenes a 15 pesetas. Algunas malas lenguas aseguraron que la propietaria llegó a ingresar la fortuna de cerca de un millón de pesetas en 1972 cuando había largas colas a su puerta.

Estudios geológicos demostraron entonces que la casa estaba construida sobre un cementerio del siglo XIII, lo que explicaría las voces que también se escuchaban en el lugar que recomendaban excavar el suelo.

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A día de hoy, las opiniones siguen divididas sobre si las caras de Bélmez fueron un gran fraude o eran un producto de la mente de María Gómez Cámara, que siempre afirmó ser una mujer normal, atormentada por un pasado trágico en el que parte de su familia murió en el sitio del santuario de Santa María de la Cabeza durante la Guerra Civil. Que cada uno saque sus conclusiones.

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