Los bancos centrales dependen de los políticos

Los mercados internacionales se encuentran en la actualidad pendiente de lo que está aconteciendo en Japón.

Los mercados internacionales se encuentran en la actualidad pendiente de lo que está aconteciendo en Japón. Después de una agresiva campaña política y de la adopción de unas medidas monetarias ultra expansiva por parte del Banco de Japón, que decidió duplicar la base monetaria (el dinero circulante en el país), el yen se debilitó de manera fulminante y algunos indicadores económicos comenzaron a mejorar. Pero, tras un tiempo, la incertidumbre volvió.

Los grandes fondos de pensiones, y las aseguradoras de vidas ,que tienen en sus carteras ingentes cantidades de bonos del estado nipón, decidieron vender gran parte de estos activos ante las expectativas inflacionistas que la política adoptada se había propuesto conseguir. Uno de los objetivos de la política monetaria japonesa es alcanzar un 2% de inflación, y acaba con la extendida etapa deflacionista, que mantiene al país en un estancamiento permanente. 

Estas ventas de bonos incrementaron, de manera notable, la volatilidad, y a las ventas de fondos y aseguradoras tuvieron que unirse los bancos japoneses que, ante el incremento del riesgo de estos activos, se vieron obligados a reducir sus carteras. La tormenta se desató y afectó a las bolsas. Se comenzó a desconfiar de la efectividad de la política adoptada, y tanto institucionales como inversores, comenzaron a deshacer posiciones de renta variable. En este movimiento, el índice Nikkei ha caído hasta los niveles previos a la adopción de estas políticas de estímulos, y ha arrastrado al resto de índices mundiales.

El yen, de la misma manera, se ha fortalecido, y ha vuelto a niveles previos eliminándose, de momento, el efecto benéfico que, sobre la economía nipona, tendría su depreciación. Lo que estamos viviendo en Japón, sin embargo, no puede ser utilizado como excusa o argumento en contra de las políticas de inyección de liquidez. Como en toda acción humana, lo realmente importante es el equilibrio o la justa medida.

Japón, por razones políticas, se ha tirado a la piscina sin pararse a mirar la cantidad de agua que ésta tenía. El primer ministro Abe ha llevado a cabo una campaña electoral extremadamente agresiva, que le ha situado en el poder y, después, para ser coherente, se ha visto obligado a influir en el propio Banco Central, dejando en evidencia su independencia. Las consecuencias de esta precipitación, y de una excesiva impulsividad, es un mercado distorsionado.

Pero, como digo, esto no quiere decir que no sean estas las medicinas que se deben tomar. El secreto está en su correcta dosificación. El caso contrario lo tenemos en Europa, y también por razones políticas. El Banco Central Europeo está siendo claramente influenciado por las decisiones políticas alemanas. En la última reunión vimos al presidente del banco central de la eurozona argumentando a favor de sus políticas monetarias, casi a modo de excusa, antes de tener que comparecer en un Tribunal Alemán por una denuncia impuesta por un partido político de este país.

Esta excesiva presión está impidiendo que la institución monetaria Europea no pueda desarrollar una política adecuada a las necesidades de todos los miembros de Europa. Acabamos de conocer que la agencia S&P deja a España al borde del precipicio de la calificación crediticia y, en gran medida, el que caigamos o nos salvemos, depende de que el Banco Central Europeo pueda desarrollar una política monetaria adecuada. Esperemos que los políticos no sigan interfiriendo en la libertad de los bancos centrales para bien de todos.

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