Las contradicciones del Banco Central Europeo

El jueves pasado, tras la reunión del Banco Central Europeo, su presidente, Mario Dragh, volvió a ofrecernos un discurso contenido e inconcluso que deja entrever las discrepancias en el seno europeo y las contradicciones de su política.

El jueves pasado, tras la reunión del Banco Central Europeo, su presidente, Mario Dragh, volvió a ofrecernos un discurso contenido e inconcluso que deja entrever las discrepancias en el seno europeo y las contradicciones de su política.

Draghi nos comunicaba que el ritmo de recuperación no había sufrido ningún cambio, y que a partir de finales del presente año, esperaban una mejora gradual de la actividad económica, como consecuencia del fortalecimiento de la demanda global. Sin embargo, por otro lado daba a conocer las previsiones de crecimiento del propio Banco Central Europeo, calculadas trimestralmente, con un panorama aún más sombrío que la vez anterior. Según éstas la economía de la eurozona caería un 0.5 % durante el 2013, en comparación con el 0.3% previsto anteriormente. ¿En qué quedamos?

De la misma manera, las expectativas de inflación del Banco Central caen a un 1,6% en este año, y hasta un 1,3% para el año próximo, bien por debajo de su objetivo medio, que está situado en el 2%. El único mandato del Banco Central Europeo es el de la estabilidad de precios, pero incluso aquí dan la impresión de no hacer caso a sus propias previsiones. La ignoran, y además se excluyen de la corriente general al afirmar que, aunque han discutido sobre recortes de tipos de interés, la decisión ha sido la de dejarlos sin cambios.

Con un panorama mundial de recortes de tipos, unas expectativas de recesión para el año próximo y con unos datos de inflación que se alejan a la baja de su objetivo medio, ¿que necesitan estos señores para recortar tipos de interés? El argumento de la desfragmentación de los mercados monetarios, y por tanto de la ineficiencia de estas medidas, ya que no se transmiten al sector productivo, lo ha sacado a colación en diferentes ocasiones el señor Draghi. Este discurso también lo ha hecho ya, y ha llegado a admitir que poco pueden hacer ellos para evitar esta distorsión del mercado.

Por último, manifiesta que no tienen cometido en la política de tipo de cambios, pero que un euro alto o bajo podría afectar no solo a las variables de crecimiento, sino también a la estabilidad de precios. Mi pregunta es: ¿para qué sirve este Banco Central Europeo? Si es para reclamar a los estados que lleven a cabo, de manera rigurosa, políticas de recorte suicidas en su calidad de miembro de la Troika , función que defendió y elogió el propio Mario Draghi, la verdad es que no nos hace falta. Ya se encarga la señora Merkel de hacerlo por su propia cuenta.

La única vez que se salió del tiesto el Banco Central Europeo fue cuando Italia empezó a caer en barrena por los escándalos de Berlusconi, a final del 2011. Ahí no dudó en inyectar al mercado liquidez, que llegó a alcanzar un trillón de euros posteriormente. Esta medida de política monetaria expansiva sirvió para frenar la crisis y para salvar a Italia y, con ello, a Europa, pero la decisión ha sido y sigue siendo fuertemente criticada por Alemania, que ve peligrar su propia estabilidad. Al contrario que los bancos centrales del resto del mundo, ha fomentado la devolución de estos préstamos dando y, por tanto, ha dadp marcha atrás a estas medidas expansivas.

En resumen, el Banco Central Europeo es un banco central inoperativo y carente de medios para sacarnos de la depresión en la que nos encontramos. Se encuentra atado de pies y mano,s y aunque la independencia de estos organismos es un baluarte fuertemente defendido, es cada vez más evidente que hasta las declaraciones son confeccionadas a medida de Berlín.

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