La reforma de los mandamientos

Jim Parsons -el excéntrico Sheldon Cooper de la serie «The Big Bang Theory»- estrenó en Nueva York hace algo más[…]

Jim Parsons -el excéntrico Sheldon Cooper de la serie «The Big Bang Theory»- estrenó en Nueva York hace algo más de dos años este casi monólogo escrito por David Javerbaum, que parte de un atrevido planteamiento: Dios viene a la tierra para reescribir los Diez Mandamientos. La producción española la interpreta Mariano Peña, a quien acompañan Chema Rodríguez-Calderón y Bernabé Fernández, como dos ángeles. Tamzin Townsend dirige la función; ella misma firma la versión junto con los propios Peña y Rodríguez-Calderón. «Es -dice la directora británica- una obra muy potente y divertida». El original estadounidense, añade, «no se corta ni un pelo», pero su adaptación busca que «nadie pueda sentirse ofendido y tenga ganas de salirse del teatro. Lo que queremos es que el público lo pase muy bien, que se ría, y también que la obra le haga pensar; pero no cuestiona las creencias de cada uno ni quiere molestar a nadie». Hay en el texto, añade Tamzin Townsend, varias capas, que permiten a cada espectador disfrutar de manera diferente de su sentido del humor.

Insiste la directora en que en la función está tratado todo con muchísimo respeto, aunque «se juega con las cosas de la Biblia. Hay una frase que resume bien el espíritu de la función: ?La Biblia -se dice- es verdad; pero hay una diferencia entre mentir y tomarse licencias... Y en ella hay alguna que otra licencia».

Hace unos años Tamzin Townsend y Mariano Peña coincidieron en una lectura dramatizada, y desde entonces tenían la espinita de trabajar juntos. Ahora ha llegado la ocasión, y la directora británica está encantada con el intérprete. «No es fácil que un actor entienda a la primera esta función -que ella ha llenado de sorpresas, trucos y canciones-. Él no solo lo ha hecho, sino que además ha aportado muchísimo, y me ha ayudado con la versión española». «Obra de Dios» no es un monólogo, pero sí reconoce la directora que el personaje de Mariano Peña es quien carga con prácticamente todo el texto. «Los monólogos no me gustan -dice-; la palabra compartida es importante».

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