La políticas de austeridad están en entredicho

Las políticas obsesivas de austeridad, auspiciadas por los países del núcleo duro de la Europa Central, se encuentran al borde del precipicio.

Las políticas obsesivas de austeridad, auspiciadas por los países del núcleo duro de la Europa Central, se encuentran al borde del precipicio. Aunque no sea tan mediática como las archiconocidas Moody´s o Standard&Poors, la agencia de calificación crediticia Egan-Jones que, presumiblemente, no están tan condicionada por intereses de otro tipo, ha rebajado el rating de Alemania de AA- a A con perspectiva negativa. El veredicto de esta agencia no tiene ni el impacto mediático ni el económico porque no es utilizada para referenciar índices replicados en fondos, ni tampoco es tomada de referencia para inversiones de fondos soberanos, pero la decisión está ahí y, además, con fundamentos difícilmente refutables.

Alemania tiene una deuda pendiente de cobrar, vía el sistema Target 2 del Banco Central Europeo, que asciende a 700 billones de euros. De ella, más de la mitad es exposición a bancos de la zona periférica de Europa. ¿Por qué creen si no que se opone a que las quitas de los bancos con problemas se lleven a cabo entre los acreedores (bonistas) y no tiene ningún problema en admitir una entre los depositantes?

La deuda sobre PIB del país germano ascendía a final del 2012 al 81.96% del PIB, pero si lo ajustamos con esta cifra, pendiente de cobro y que se puede convertir de dudoso cobra el ratio, ascendería al 114% del PIB. Todas las demás constantes vitales están en orden, déficit presupuestario, inflación, balanzas comerciales y por cuenta corriente, excepto el PIB, que se resiente y ya está en terreno negativo, y el paro que repunta.

La agencia de calificación crediticia Egan-Jones considera que la situación futura es incierta e inestable de continuar con las políticas actuales, excesivamente restrictivas, que ahogan a países deudores de Alemania y limitan la capacidad de crecimiento propia. El déficit presupuestario está en el ascético nivel del 1%.

Holanda, su vecino y compinche, también le está viendo las orejas al lobo. En el país del pleno empleo, donde a principios de la crisis la tasa de paro se mantenía inalterable en el 4,7% , observan con estupor como, a pesar de cumplir todos los mandamientos impuestos por ellos mismos y sus amigos, el desempleo, medido al estilo de su Oficina Central de Estadísticas, repuntaba hasta el 8.1% desde el 7.8% anterior. Difícilmente van a poder llevar a cabo el recorte de 4.3 billones de euros que el gobierno tenía previsto realizar este año con estos números, so pena de que la tranquila sociedad holandesa se inquiete y reclame a su gobierno otro tipo de medidas.

Las voces de alarma surgen por doquier, desde el cielo hasta el centro de la tierra, desde el mediodía hasta el anochecer, surgen voces implorando un cambio de estás políticas suicidas. El Secretario del Tesoro norteamericano Lew se apresuró a pedir medidas de estímulo para evitar un colapso mayor, y su homólogo australiano se quejaba de que esta actitud podría arrastrar al resto del mundo, de nuevo, a la recesión.

Quizás haya sido por todo esto por lo que, de manera insospechada, el miércoles pasado, el todopoderoso señor Weidmann, gobernador del Bundesbank alemán, reconociera que de confirmarse con datos económicos, el Banco Central Europeo tendrá que "ajustar sus tipos de interés de referencia". Es difícil averiguar que es lo que entiende Jens Weidman por eso de la confirmación de los datos económicos. Si no tiene suficiente con la que está cayendo, me da la impresión de que padece de insensibilidad severa o es un robot y todavía no nos hemos enterado.

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