La banca, en la tormenta perfecta

La banca italiana se encuentra en medio de una tormenta perfecta: cuentas poco claras, trufa a miles de pequeños ahorradores,[…]

La banca italiana se encuentra en medio de una tormenta perfecta: cuentas poco claras, trufa a miles de pequeños ahorradores, cuatro bancos salvados in extremis, al menos ocho o nueve entidades en venta sin comprador, caídas en picado en Bolsa, un sistema bancario con 201.000 millones de créditos deteriorados, a los que hay que añadir otros 150.000 también de muy difícil cobro. Son cifras alarmantes, porque en gran medida la banca no podrá recuperar ese dinero.

La morosidad en la banca italiana está entre las más altas de Europa: el porcentaje de créditos dudosos sobre el crédito bruto total es del 17%. es decir, el cuádruple de la media europea ?en España, la media de morosidad se sitúa en el 7,12%, con los criterios de la EBA?. Se ha producido una escalada insostenible, una montaña de dinero en créditos tóxicos: en el año 2008 eran 42.000 millones, dos años después 78.000 todavía pocos frente a los 125.000 de 2012 y 184.000 de 2014; así se ha llegado a los 201.000 citados. Son los créditos que los bancos han prestado, en su gran mayoría a empresas ?a las familias solo fueron menos del 20%?, muchas de las cuales han quebrado durante la crisis y, por tanto, nunca podrán devolver sus créditos a la banca. La crisis económica, por tanto, ha sido culpable de la negra estación que vive la banca italiana, pero también culpa de algunos banqueros que actuaron con ligereza e incompetencia, sobre todo en las provincias, actuando a menudo por influencias, recomendaciones, amiguismo y clientelismo, poniendo así en grave riesgo los balances de sus bancos.

Falta de transparencia

Con la crisis galopante, el sistema bancario comenzó a hacer aguas. Hubiera sido la ocasión para limpiar los balances del sistema bancario, como hicieron España, Alemania y otros países. Italia no lo hizo por un doble motivo: falta de transparencia en el poder bancario y gobernantes que en lugar de afrontar el problema aseguraban que los bancos italianos estaban entre los más seguros y fiables del mundo. La realidad era muy distinta y el escándalo estalló con gravedad inusitada: el 22 de noviembre de 2015 el gobierno de Matteo Renzi se vio obligado a aprobar un decreto ley para salvar de la quiebra a cuatro bancos, que ya estaban bajo la tutela de un comisario: Cassa di Risparmio di Ferrara, Banca Marche, CariChieti y Banca Etruria, donde era vicepresidente Pier Luigi Boschi, padre de la actual ministra de las Reformas Constitucionales y Relaciones con el Parlamento, María Elena Boschi. Miles de pequeños ahorradores fueron penalizados.

Teniendo en cuenta que Italia es la cuarta economía europea, la preocupación por el sistema bancario italiano se ha trasladado también al resto de países de la Unión Europea y en los mercados financieros. En las recientes jornadas de pánico en Bolsa, los bancos italianos han sido los que peor comportamiento tuvieron en Europa. El banco Monte dei Paschi de Siena, el más antiguo de Italia, llegó a perder la mitad de su valor en Bolsa desde comienzos de enero. Los mercados presionaban así, al mismo tiempo que la UE y el BCE, para que Italia y Bruselas llegaran rápidamente a un acuerdo con la creación de un banco malo. Tras una negociación que ha durado casi dos años, el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, y la comisaria europea de la Competencia, Margrethe Vestager, alcanzaron la semana pasada el acuerdo de crear un banco malo , evitando un rescate. En realidad se crearán varios bancos malos, para permitir a la banca librarse de sus créditos deteriorados. Esos préstamos morosos de muy difícil cobro ?al menos 201.000 millones, que podrían llegar a los 350.000? los bancos los titulizarán formando paquetes que se venderán a inversores. La banca se podrá así sanear, no con ayudas de Estado, pero sí con garantías públicas sobre los activos que se incluirán en los bancos malos. No podrán tener esas garantías los créditos con mayor riesgo, los que prácticamente no podrán ya ser cobrados.

No se conocen aún todos los detalles del acuerdo sobre el banco malo, pero la solución no ha convencido a los mercados, porque entre los inversores se refuerza la idea de que la solución puede no ser sólida: los días posteriores al acuerdo los títulos bancarios sufrieron fuertes pérdidas. Los expertos en Italia se dividen: Mientras algunos consideran que Bruselas y Roma han alcanzado un compromiso que ayudará a limpiar los balances de la banca, el profesor Marcello Messori, director de la School of European Political Economy de la Universidad Louiss es muy escéptico: "La medida es poco eficaz; nuestro sistema permanece vulnerable". Otro experto, el profesor Angelo Baglioni, afirma que el banco malo "es un instrumento que corre el riesgo de servir poco a la economía italiana; ha servido al gobierno y a la Unión Europea para salvar la cara".

Parece evidente que al sistema bancario italiano le queda aún largo camino de sufrimiento. El próximo paso a dar son las fusiones bancarias: el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, mantiene ya reuniones con los ejecutivos de los bancos más importantes, con Intesa San Paolo y Unicredit a la cabeza. Objetivo del gobierno: evitar la fragmentación de la industria financiera, acelerando las fusiones. Con ello se pretende gestionar mejor la montaña de crédito dudosos.

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