La amenaza sobre Erasmus es un globo sonda

Las becas, rehén en la lucha por el presupuesto europeo

Las becas Erasmus no van a desaparecer. Se trata del
programa europeo que más éxito y aprobación social ha logrado en sus 25 años de
historia, por lo que la
Comisión -una institución que genera escaso reconocimiento
entre los ciudadanos - no va a permitir que se desangre en la cuneta de la
crisis. Si lo hiciera, estaría poniendo punto y final a la estrategia de marketing
más eficaz (y menos costosa si se compara con los objetivos alcanzados) que ha
tenido entre manos para lograr que millones de jóvenes sientan el gentilicio 'europeo'
menos ajeno. Y esta misión no es menor en momentos de desencanto como el
actual, donde arrecia el antieuropeísmo, tanto en los países del norte como en
el sur.

En ese sentido, no hace falta más que hilar un par de
acontecimientos para darse cuenta de que, en realidad, la amenaza sobre el
programa de becas internacional no es más que una estrategia
. La Unión Europea está actualmente inmersa
en una batalla desconocida para el público general, pero crucial para las
instituciones comunitarias: el próximo 'marco presupuestario plurianual' que
marca las prioridades del gasto europeo en los próximos 7 años.

Las instituciones europeas buscan aumentar su presupuesto a
toda costa, sabedoras de el dinero les ayudaría a aumentar su poder e
implantación en Europa, como entidades supranacionales redistribuidoras de la
riqueza
. Pero los países contribuidores netos, encabezados por el euro
escéptico Reino Unido, no están por la labor. No sólo rechazan aumentar su
aportación a las arcas europeas sino que han amenazado con reducir su cheque,
en este tira y afloja que se anuncia largo y plagado de espinas.

Bruselas ha realizado distintas propuestas para recaudar
fondos por sí misma, como implantar una tasa a las transacciones financieras
para financiar su presupuesto, pero por el momento ha logrado escaso respaldo
de los Estados miembros, temerosos de perder parte de su soberanía fiscal.

En ese sentido, Erasmus no es más que un arma arrojadiza en
la guerra soterrada que se está librando en la capital europea. Bruselas ha utilizado
el programa de becas -que ya se ha colocado como trending topic en la jornada
de hoy- porque sabe que es la única manera de que esta guerra silenciosa reciba
luz y micrófonos.

Sin embargo, como antigua beneficiaria de este programa de
intercambio de estudiantes, puedo decir que Bruselas nos hace flaco favor
amenazando con la desaparición de este programa (de educación, no lo olvidemos).
Como antigua corresponsal comunitaria, también puedo decir que la Comisión Europea
y el resto de instituciones comunitarias tienen multitud de áreas donde podría
racionalizar el gasto, empezando por los salarios y dietas de sus funcionarios
y diputados.

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