Derecha sin derecho

A la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, parece disipársele la lucidez cuando habla, fenómeno inquietante en un cargo cuyo ejercicio[…]

A la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, parece disipársele la lucidez cuando habla, fenómeno inquietante en un cargo cuyo ejercicio se basa en el uso frecuente y fluido de la palabra. Antes de que Sánchez la llamara era una digna representante de la rama socialista vasca, de donde -Eguiguren aparte- casi siempre ha salido gente valiosa, noble y sensata. Trabajó con Recalde y Jáuregui, políticos de impronta cabal, y en el gabinete de Patxi López fue consejera de Educación sin romper nada. Pero su reputación cotiza a la baja desde que accedió al Ministerio de la Propaganda, tarea para la que a todas luces carece de aptitud y de maña. Simplemente, le cuesta expresarse de forma no ya brillante, sino clara; debe de ser de esas personas discretas y cautas que se hacen valer por lo que callan. Las célebres bombas inteligentes vendidas a Arabia, las que según ella sabían discriminar a quién mataban, son más hábiles que esta minerva para no meter la pata. No pasa Consejo de Ministros sin que suelte alguna perla cultivada.

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