Nadie quiere a los planes de pensiones

En el año 2006, el entonces secretario de Estado de Hacienda dio una estocada a los planes de pensiones, al[…]

En el año 2006, el entonces secretario de Estado de Hacienda dio una estocada a los planes de pensiones, al impulsar la eliminación de las ventajas fiscales cuando se perciben las prestaciones en forma de capital. El argumento fue, más o menos, que era un producto de ricos, ya que mucha gente cogía todo el dinero ahorrado en un plan de pensiones y se compraba una casa, o un coche... Más allá del impacto económico de la medida, lo que ésta provocó fue incertidumbre: no se pueden retocar tan alegremente las condiciones de un producto diseñado para el largo plazo, porque se transmite inseguridad ("si ahora quitan estas ventajas, ¿cuáles quitarán después?", se preguntaron muchos partícipes) y provoca que la gente deje de confiar en el producto. De hecho, las aportaciones a planes de pensiones no han dejado de caer desde entonces. Mucha gente que antes aportaba todo lo que podía, ahora, en el mejor de los casos, aporta lo justo para "arreglar" su declaración de renta de cada año (de modo que la deducción por aportación a planes deje nuestra declaración a cero o con una moderada devolución).

Los ricos de verdad ni tienen ni necesitan planes de pensiones. Por tanto, la incertidumbre sobre los planes de pensiones afecta, desde entonces, sobre todo a quienes más los necesitan. Esos ciudadanos que tienen claro que cuando se jubilen, dentro de 15, 20 o 25 años, las pensiones públicas serán ya claramente insuficientes, como acaba de advertir Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España. El mismo MAFO que en 2006 era secretario de Estado de Hacienda y le dio la estocada a los planes de pensiones. Paradojas. Un producto imprescindible, herido por quien ahora nos recuerda que las pensiones públicas tienen un incierto porvenir. Lo cierto es que tampoco parece que las entidades financieras apuesten mucho por los planes. Lo que quieren ahora es cuentas y depósitos, dinerito en el balance. O planes de pensiones pero con comisiones tan altas y gestión tan floja que mucha gente también deja de aportar al ver lo poco que renta la mayoría de estos productos.

Hace pocos días oí que incluso un dirigente sindical acusaba a MAFO de sembrar dudas sobre el sistema público para que se fomentaran fiscalmente los sistemas privados de pensiones. Y el indignado sindicalista afirmaba que no se podía fomentar fiscalmente "al capital" (sic). Me sonó a algo así como "que ahorren otros" para mi jubilación (que es, de hecho, como funciona el sistema público). Y es cierto que es difícil ahorrar, sobre todo si pierdes el empleo. Razón de más para facilitar ese ahorro con ventajas fiscales.

Los planes de pensiones no son productos para "capitalistas" ni para "ricos". Son necesarios para todo el mundo, en la medida en que cada cual, poco a poco y según sus posibilidades, vaya ahorrando algo de dinero para la vejez. Por eso, no entiendo que todo el mundo arremeta contra los planes de pensiones, que, entre la amplia gama de productos financieros, son los más necesarios socialmente. Repito: socialmente, es decir, para toda la sociedad, también para el Estado futuro que se ahorrará un esfuerzo adicional en pensiones públicas. Por eso, me sorprende poco que las entidades financieras apuesten por comercializar otros productos más rentables para sus intereses, pero no entiendo que desde filas supuestamente "progresistas" se arremeta también contra los planes de pensiones.

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