Hipotecas, el "quita sueños" de los banqueros

El ánimo de los banqueros mejora poco a poco. En las ruedas de prensa de resultados económicos no faltan las[…]

El ánimo de los banqueros mejora poco a poco. En las ruedas de prensa de resultados económicos no faltan las alusiones al contexto complicado, las tensiones de los mercados, el endurecimiento de la intensidad competitiva y la persistencia de la debilidad económica. Pero, en general, nuestros banqueros se muestran ligeramente más optimistas con el futuro. Algunos, como Jaime Guardiola, consejero delegado de Banco Sabadell, afirman que las provisiones se irán relajando en próximos trimestres e incluso asegura que en el ya cerrado primer trimestre del ejercicio las dotaciones realizadas han sido excesivas. Otros, como José García Cantera, consejero delegado de Banesto, aseguran que la disciplina en los costes, la fuerte captación de depósitos de particulares y la ralentización de las entradas en mora justifican los notables resultados conseguidos en el primer trimestre (gana 169,5 millones, un 19,9% menos que en el mismo periodo de 2010), aspectos que pueden, en general, extrapolarse al resto de grandes bancos españoles.

Sin embargo, uno de los mayores desvelos de los banqueros es, hoy día, la baja concesión de hipotecas a particulares. Guardiola afirmaba, con aparente sinceridad en la presentación de resultados del primer trimestre de Banco Sabadell, que "la producción hipotecaria por debajo de lo esperado nos tiene muy preocupados". Y, esto es, también una tónica general del mercado (y no un asunto particular de Sabadell). El crédito por debajo del presupuesto ejerce una fuerte presión sobre los márgenes financieros.

En general, la reducción de privilegios fiscales (que aceleró la compra de viviendas en los últimos meses de 2010) se está notando en el bajo ritmo de concesión de este primer trimestre. Pero, paradójicamente, no hay que olvidar que la banca sigue sin mostrar una clara predisposición a dar créditos. Su descripción de "cliente solvente" sigue dejando fuera a numerosos ciudadanos que desean independizarse y crear un hogar con "casa propia". Además, el discurso que todas las entidades mantienen sobre lo interesadas que están en captar y fidelizar clientes de empresa choca con sus negativas a refinanciar sus créditos. Y sin préstamos es imposible crecer.

Si, como dicen, de verdad están "preocupados", deberían ponerse las pilas y mostrarse más proclives a ayudar con financiación a familias y empresas. Eso sería sólo un paso al frente que permitiría mejorar la percepción de riesgo de la economía española, asediada en estos momentos por numerosos frentes: unas elecciones municipales que mantienen la incertidumbre en los mercados de valores, los continuos altibajos en la prima de riesgo de la deuda soberana, la incompleta reestructuración de las cajas de ahorros, las abultadas deudas autonómicas, la esperada salida a Bolsa de Bankia... Está claro que los bancos, con sus hipotecas, sus préstamos a empresas y al sector público, su apelación al mercado y su apoyo a las cajas, tienen la clave para que la imagen de España mejore.

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