Amnistía fiscal: cómo habéis colaborado a nuestra ruina... os perdonamos

Ha quedado claro que el exceso liberalizador, las malas prácticas bancarias, la falta de transparencia en los productos financieros y[…]

Ha quedado claro que el exceso liberalizador, las malas prácticas bancarias, la falta de transparencia en los productos financieros y los excesivos apalancamientos de determinados mercados (como el inmobiliario) están en la raíz de la durísima crisis financiera actual y en su derivada, la generalizada recesión económica.

Las recetas que se están poniendo en marcha a ambos lados del Atlántico van en la línea de más regulación financiera, más información en manos de los estados, más control de los mercados y, evidentemente, lucha contra los paraísos fiscales y contra el secreto bancario (en Europa lo conservan Austria, Bélgica y Luxemburgo, que ahora van a celebrar una minicumbre para tomar medidas antes de que sus vecinos les reprochen cómo pueden mantener esta práctica insolidaria y decimonónica).

Este entorno no evita que algunos fiscalistas comiencen a hablar de una "amnistía fiscal" (aunque, por supuesto, no quieren que nadie la llame así). El objetivo sería convencer a nuestros defraudadores y evasores para que, por favor, acepten repatriar parte del dinero que nos han robado a todos a cambio de colocarlo en algún tipo de deuda pública especial escasamente remunerada (parecida a la del 92, que ofrecía un entonces modesto 2 por ciento. Su argumento es que hay que ser práctico e intentar recuperar para las deficitarias arcas públicas parte del capital afanado por estos delincuentes. Algunas fuentes estiman que en paraísos fiscales hay entre 30.000 y 45.000 millones de euros procedentes de España. Y ya se sabe que el sector inmobiliario y constructor, precisamente uno de los responsables de la burbuja ahora explotada, encabeza tradicionalmente el ránking del dinero negro. De hecho, en cuanto se frenó el ladrillo, comenzó a descender en España el número de billetes de 500 (muchos han tenido que acudir a la cuenta en Andorra o en Gibraltar para traerse la pasta y gastársela, después de, lógicamente, cambiarla a billetes más pequeños).

Lo he escrito repetidas veces: para atrapar a Bin Laden, subyugar a los diversos terrorismos, meterle mano al tráfico internacional de drogas, armas y seres humanos y derrocar a los dictadores ladrones y asesinos de sus propios pueblos, no hay que bombardear desiertos ni montañas, sino cercar internacionalmente a los paraísos fiscales. Seguro que hasta Madoff y otros de su calaña (quizás no estafadores, pero sí receptores de jugosísimos bonus por el gran éxito de su estrategia de cargarse a sus propios bancos) tienen el dinero en paraísos fiscales.

Si queremos de verdad sanear las finanzas internacionales, no podemos olvidarnos de los tumores que mantienen enfermo a todo el sistema. Nada de amnistía fiscal. Lo que hay que hacer es multiplicar por diez el presupuesto anual de la Agencia Tributaria y presionar para que toda Europa arremeta contra los paraísos fiscales. A lo mejor parece poco práctico e incluso sale algo caro a corto plazo, pero seguro que a largo plazo es rentable. Si no se hace ahora, habremos desperdiciado una oportunidad histórica. Suena utópico y poco práctico a corto plazo, lo sé, pero vean hacia dónde nos está llevando olvidarnos de las utopías y buscar sólo el beneficio a corto (y si era fiscalmente opaco, mejor).

En portada

Noticias de